En estos días se han aplicado dos muy diferentes estrategias respecto a la generación de basura. Al menos en la que no sigue el ciclo recomendable, que es pasar directamente de quien la genera a quien la recolecta. Aquí hay que apuntar que de los servicios públicos, el de recolección de basura es uno de los más sensibles. Recordamos no hace mucho, en el municipio de Juárez, hubo un verdadero caos por la deficiencia y hasta carencia en este servicio. Los ciudadanos pueden aguantar, aunque sea a regañadientes, la falta de alumbrado mercurial, la mala pavimentación, y hasta los aumentos en el impuesto predial, pero salvo muy raras excepciones, nadie tolera mucho tiempo estar rodeado de basura.
Dice el refrán que “el muerto y el arrimado, a los tres días apestan”, pero en el caso de la basura el margen se reduce muchísimo. De un día para otro la basura nos anuncia que urge alejarla lo más pronto posible. El movimiento lógico es sacarla de la casa a la calle, empaquetada claro. Y de la calle al camión recolector. Pero esto no siempre sucede, y pasa con alguna frecuencia que la basura emigra a un baldío más o menos cercano, o cualquier calle o avenida.
Esta actitud irresponsable de los ciudadanos no siempre es gratuita. Muchas veces es la imposibilidad de deshacerse de la basura o el escombro de origen doméstico. A veces porque no pasa el camión recolector, y a veces porque se niegan a recoger algún tipo de basura, como restos de muebles o pequeñas cantidades de escombro. Contratar un vehículo para deshacerse de estos últimos, es carísimos. Y no siempre es claro para los ciudadanos a quién acudir para deshacerse de estos.
Por lo pronto, Apodaca y San Nicolás se han decidido a combatir las malas prácticas ciudadanas respecto a la basura y el escombro. Apodaca apuntó hacia el bolsillo y autorizó multas bastante dolorosas. En cambio San Nicolás optó por algo no tan agresivo, pero no menos doloroso: la fama. San Nicolás exhibirá a quienes tiren basura en las calles. No será nada agradable vernos exhibidos públicamente como irresponsable y además sucios. Incluso con la posibilidad de aplicar una detención administrativa a los reincidentes.
Ambas estrategias son buenas. No tanto por el castigo sino por la amenaza del castigo. Eso nos podrá desanimar a tirar basura y escombro de forma irresponsable. Pero antes que el castigo, o la amenaza del castigo, se debe garantizar a los ciudadanos que puedan deshacerse de esos desperdicios de forma rápida, segura y gratuita para pequeños volúmenes; y sin gastos excesivos para grandes volúmenes. Incluso para los transeúntes, se debe ofrecer la oportunidad de tirar la basura de mano rápidamente en contenedores públicos.
Si el servicio de recolección de basura no funciona correctamente, ningún Ayuntamiento tiene el derecho de castigar al ciudadano. El castigado, en todo caso, debería ser el mismo cabildo.
Con esta condición, cualquier sanción razonable es una buena medida. Pero no vaya a ser como las acciones contra los vecinos ruidosos, que funcionaron al principio, pero acabaron dejando sordos a los vecinos y a quienes deberían atender sus quejas. Y lo duda usted, dese una vuelta por cualquier colonia metropolitana el fin de semana. Por cierto, una duda, ¿esas medidas contra ruidosos aplican a los vehículos voceadores y a los vehículos particulares con equipos de sonido dignos de una discoteca?
ENFOQUE MONTERREY en Radio Beat, 90.1 FM
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