La denuncia del PAN sobre uso electoral de recursos de Sedesol en Veracruz, expone un nervio delicado y doloroso del sistema político mexicano. En una breve recapitulación, el PAN exhibió 13 horas de videos y audios de un grupo de funcionarios priístas estatales y federales. Se trataba de un cónclave donde se organizaba una aparente operación donde se habrían de usar recursos federales para la compra de votos. El material, que ha conmovido incluso la estabilidad del Pacto por México, fue recopilado en febrero de este año.
Ayer, el PRI contraataca. Se exhiben grabaciones telefónicas que, según los priístas, ubican a Miguel Ángel Yunes Márquez utilizando el programa Oportunidades para reforzar los cuadros panistas en Veracruz en vísperas de las pasadas elecciones federales. Estas grabaciones fueron tomadas interceptando llamadas a principios del año 2012. Es decir, datan de hace poco más de un año.
Olvidemos un poco lo que estas acciones de espionaje político han desencadenado en las altas esferas políticas. Vayamos al meollo del caso que es, precisamente, el viejo recurso de la compra de votos. Esta estrategia electoral ilegítima e ilegal, ni es nueva ni está en vías de desaparecer. Sobre todo porque se hace de tal manera que las más de las veces queda completamente impune ante las autoridades electorales. Esto ha hecho también que se desconfíe del sistema electoral que, o es cómplice o es incompetente.
El caso es que el caso Veracruz representa hacer más que obvio que la compra de votos es una práctica que realizan todos los partidos. Es criminal, porque las consecuencias deterioran sistemáticamente los procesos democráticos, y hay que recordar que México se presume internacionalmente como un país republicano y democrático. Es criminal, porque al poner precio al voto, se corrompe al elector. Poco a poco el sustento de la soberanía nacional, que es el pueblo, pasa a un segundo término. En esta práctica inmoral es la clase política la que engaña al ciudadano comprándole el voto con dinero que pertenece al mismo pueblo.
En otro aspecto de este vergonzoso escándalo en Veracruz, está el espionaje político. Las pruebas documentales que han presentado panistas y priístas, implican que el espionaje es una práctica también bastante frecuente, si es que no es además sistemática. En ambos casos se hizo espionaje político se ejerció con bastante liberalidad. En uno se trata de un video y audio presenciales, en medio del cónclave priísta. En el otro son audios interceptados de llamadas telefónicas. Aunque en ambos casos se realizaron las grabaciones sin el conocimiento ni el conocimiento de los involucrados, la forma en que se realizaron es distinta.
Las grabaciones que presentaron los panistas fueron desglosadas con oportunidad, desde su origen y el PAN asume la responsabilidad por esta operación que, dicho sea de paso, fue al parecer realizada por una funcionaria priísta. En el caso de las grabaciones contra el PAN, el PRI no se hace responsable por el espionaje; con un candor digno de mejor causa, se remiten a un video público colgado en las red de Youtube.
Tan es reprobable el espionaje panista y la aparente traición de una militante del PRI, como el que se realizó interceptando llamadas telefónicas. La diferencia clara es que en el primer caso, por lo menos se asumen responsabilidades y consecuencias del hecho. En el segundo, por el contrario, se tomó algo que oportunamente se “descubrió” como arma para contraatacar. Lo que sí es grave es que en el caso de las llamadas telefónicas, se trata de un delito. Antes de ver si las llamadas son probatorias de un delito electoral, habrá qué ver cómo se obtuvieron. Porque la existencia de esas llamadas ya es, de por sí, un delito, que además se persigue de oficio. Y aquí habría qué ver que si la delegación de la PGR en Veracruz es una institución oficial o nada más oficiosa.
Por lo pronto, con todo y el contraataque priísta, el caso Veracruz es una prueba difícil de superar para el presidente Peña Nieto, que ya de entrada sólo alborotó más el escándalo con otra de sus declaraciones desafortunadas: aquello de “No te preocupes Rosario”. Esta, sin duda, es el rito de paso de un un joven político afortunado hasta ahora hacia la madurez política. Y todos queremos que el Presidente supere esa prueba.
ENFOQUE MONTERREY en Radio Beat, 90.1 FM
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