Según el Coneval de 1992 al 2010 el ingreso corriente por persona se incrementó en 1.9%. Con este dato no se requiere ser especialista para comprender el grado de deterioro en el poder adquisitivo de las familias mexicanas. Es evidente que a falta de empleos lo que sobreviene es el subempleo: gente contratada en puestos por debajo de sus capacidades o contratados con salarios por debajo de lo que vale su desempeño laboral. Vaya, la violencia, la crisis de valores, el hambre, la creciente deserción escolar y otros males sociales van aparejados con el detrimento del salario, pues al fin de cuentas se pueden ganar varios salarios mínimos y no se resuelve el asunto de la epidemia de problemas sociales que vivimos. Urgen empleos con mejores salarios, servicios que permitan a las empresas mejorar su competitividad. Parece un círculo vicioso.