Me amanezco con la noticia de la muerte de Carlos Baena. La memoria vuela y evoca tantos recuerdos de este buen actor que hoy ya no está entre nosotros.
Español que vino como tantos otros a México, tuvo su momento cumbre en el cine al participar en cintas como “Chucho el Roto”, pero sobre todo en la versión de “Adán y Eva” que a la larga le significó el dejar las películas y refugiarse en Monterrey en donde actuó, fue maestro universitario y participó en múltiples programas de TV.
Hace cosa de 30 años, cuando iniciaba el Canal 28 en el sexenio de don Alfonso Martínez Domínguez, bajo la dirección del queridísimo Alberto Brunell, yo trabajaba en el Departamento Central de Educación Audiovisual bajo las órdenes de otro gran hombre: José Manuel Pérez Sáenz. Al arrancar el canal del gobierno, pidieron apoyo del equipo de TV de la Universidad y así participamos en la concepción de varios programas; uno de ellos fue de concurso y su nombre era “El Cuerno de la Abundancia”. Al momento de elegir al conductor, Pérez Sáenz no tuvo duda: Carlos Baena y de esta manera el actor y conductor llegó todas las tardes a las pantallas de flamante canal.
No había entonces las facilidades de hoy, trabajamos en el edificio Latino y una vez por semana debíamos grabar la emisión desde una plaza pública de un municipio metropolitano. Era una televisión con grandes carencias de presupuesto y recursos, pero que a cambio entregaba una enorme dosis de creatividad y maneras de resolver los imprevistos.
Carlos Baena era enormemente participativo y no se limitaba a sólo conducir el programa. Había que escribir los cuestionarios de preguntas para los conductores, buscar segmentos grabados de programas, hacer una y mil cosas y Baena en todo se involucraba, siempre opinaba y mejoraba los contenidos.
Dueño de una amplia y riquísima cultura, charlar con él de cualquier tema era siempre una delicia.
Desde aquellos tiempos no volví a cruzarme con ese gran señor, pero su recuerdo lo llevo vívido en la mente, como si fuese ayer.
En paz descanse.