AMLO es como las salamandras, renacen sus miembros de locomoción tras haberlos perdido. Ahora, anuncia con mayor brío, sus cáusticas acciones que demuelen y fastidian.
Lleva 25 años hablando de los mismos fraudes, las mismas personas, las mismas empresas, los mismos mafiosos y toda su parafernalia destructiva, envilecida y decadente.
Resucita sus absorbentes discursos, aunque ahora lo hace en forma sesgada, insípida, con que los concibe y sazona en sus noches de pesadilla, rumiando derrotas.
El pasado Domingo (Octubre 6), en desangelado mitin que compartió con sus fans, habló – con su atiplada, hitleriana voz – de su protesta contra la Reforma Energética; dijo que “el propósito de Peña es compartir las ganancias de PEMEX con empresarios”, sin mencionar nombres de particulares, o empresas.
Ahí en el tapanco, vuelve de nuevo a compartir “con el pueblo” sus renacientes ideas que conducen a la discordia y que incitan a la violencia; son producto de su descarada política de ficción, que despiertan – entre sus cada día más flacas huestes -la necesidad de estar jodiendo.
Dijo enfático: “EPN se convertirá en enemigo de la Patria porque está proponiendo compartir las ganancias que son del pueblo y de la Nación, con empresarios; ese desfalco, pretende compensarlo con más impuestos, déficit y deuda externa” (sic)
¿Por qué no acudió al Senado para discutir ideas sobre la susodicha Reforma a pesar de haber sido invitado? Simplemente por falta de argumentos; por su exultante analfabetismo en el tema y, sobre todo, porque no tiene propuesta factible y válida, capaz de debatirla en mesa cívica.
Demostró, de nuevo, que su fuerte es el discurso callejero, arropado por simpatizantes claques, que incita a la rebeldía ramplona y fácil, propia de quienes hacen pagar al pueblo sus desmanes y estropicios fraguados por convenenciera estulticia.
Recordemos que en 1988, cuando perdió la Gubernatura de Tabasco contra Madrazo, inauguró sus malolientes plantones cargados de molestias, descaro, mentira y sinrazón; algo que maneja a la perfección y que lo han convertido en maestro tutelar; de eso no hay duda.
Aquella vez, estrenó su aberrante desconsuelo al cerrar accesos a pozos petroleros de la región; acción que demuestra su deschavetado “amor a la Patria”
Ahora, al declararle la guerra al Régimen; anuncia de nuevo movilizaciones y plantones.
Veremos otra vez, con exactitud, su valor político y su eterna inconsistencia basada en balandronadas y estentóreas sesiones de plazuela.
¿Hasta cuándo contemplaremos sus eternos llamados a la rebeldía y al desorden?