Circula por las redes sociales un video donde exhiben una pequeña entrevista a dos asistentes a un concierto de los llamados cantantes de narcocorridos o movimiento alterado. Como si fuera una gracia, es una mujer la que dice que ser narco esta bien y que se esta ahí por dinero y poder.
Me asombra de sobremanera que la influencia del “wannabe” ya no se centra en el status económico sino en el falso empoderamiento que da la palabra narco. He tenido la (des) fortuna de acudir a bares donde ya entrada la madrugada, un grupo de banda empieza a tocar las canciones de ese genero y hombres y mujeres se desviven cantándolas y se sienten lideres de organizaciones criminales (aunque en la realidad sean empleados de oficina o estudiantes mantenidos por los padres). Resulta increíble como la valentía les aflora al compás de una letra de canción y dando un trago a su botella de whisky (que por lo regular es comprada entre varias personas, para alcanzar a pagar la cuenta).
Monterrey esta invadido por bares gruperos, que nada tienen que ver ya con lo grupero de antaño, ahora es norteño-banda. Son pocos los lugares que quedan para escuchar otros géneros musicales, menos agresivos y con más contenido, y resulta contradictorio que fue la misma delincuencia organizada la que acabó con los lugares de esparcimiento que teníamos, la que ahora es aplaudida y enaltecida en las letras de estas canciones. Ya hasta en el “blindado” municipio de San Pedro, se puede observar este fenómeno en algunos antros. La moda ya no es ser fresa, rockero o popero, para estar en “onda” debes de ser “grupero alterado”.
Esperemos que alguien se ponga la pilas, regule y evite que nuestro Monterrey se vuelva cuna de la música alterada, ya experimentamos con el concierto de “El komander” que les dejó una cabecita de recuerdo a los asistentes, y vuelvan los espectáculos de primer mundo, dignos de una ciudad como la que tenemos.