Por: Delia Weber
«La Marcha de Todas las Indignaciones», le llamaron. Caminando por el centro de la ciudad de Monterrey un puñado de indignados -alrededor de 500 – denunciando, manifesta’ndose por los miles que no se atreven, que les da miedo, que les da flojera, que no saben cómo, que nunca han ido, que se sienten tímidos, que esperan que otros lo hagan, que piensan que no hay nada que hacer, que dejan las cosas a ver si solas se arreglan…y el puñado de alrededor de 500 caminando por las calles del centro con el sol brillante y agradeciendo que la lluvia dio’ un respiro para los contingentes que llegaron hasta la macroplaza y de indignación en indignación fueron manifestando sus descontentos, sus querencias, sus furias, sus fobias, sus abandonos, sus reclamos, sus exigencias de respeto para los derechos humanos que son de tod@s y para tod@s.
Desapariciones forzadas. Los 43 de Ayotzinapa. El agua y el Monterrey VI, no al fracking, no a la privatización del agua.
Transporte público: circulan muchos camiones chatarra, rutas mal planeadas, dijeron.
Educación de calidad, que no se trivialicen los programas, que la educación sea gratuita. La comunidad LGBTTII pidiendo la ley de identidad de género, el respeto a la diferencia. Feminicidios y alerta de género, su urgencia para declararla.
Violencia familiar, va en aumento, hay que frenarla, subrayan. Y reclaman medios de comunicación que digan la verdad, argumentan la defensa del derecho a la información, exigen que no se mate a los periodistas. Denuncian la corrupción de algunos medios: les resulta mejor negocio callar, están comprados, condicionados a lo que les dígan los políticos y los empresarios, denuncian.
Yo caminando con ellos con sus indignaciones a cuestas y el compromiso de ponerlas en palabras para que no se pierdan, para que no se vayan a olvidar, para que los que se quedaron en casa las conozcan y reconozcan, para que algún día se sumen y seamos no ya un puñado, los mismos de siempre, sino un grupo cada vez más nutrido y convencido de manifestarse en este país donde los poderosos parece quedarse ciegos y sordos y mudos para una verdad que no sea la suya.
Caminando por las calles regiomontanas, a un ladito de los contingentes, escuchando las consignas que se sucedían una tras otra gritando: «Nuestro hijos, dónde están?! No estamos todos. Nos faltan 43. Dónde están, dónde están, nuestros compas dónde están?»
Y con el coro a un ladito aprovecho para preguntarle a los paseantes que observan el paso de los indignados, que escuchan sus preguntas y al vuelo me responden:
– Estoy hasta la madre, cómo se pueden perder tantos muchachos? (hombre 40 años).
– Es el mismo gobierno. Secuestraron al hijo de mi jefe y nunca tuvimos respuesta de las autoridades. Esto fue en Veracruz. Creemos que estaban de acuerdo (mujer 35 años).
– No le interesa al gobierno ayudar a los demás (mujer 15 años)
– Muy difícil por la inseguridad. El gobierno lo deja correr (hombre 24 años).
– Eso está muy mal. Que los encuentren, que encuentren a los perdidos, que se haga justicia (joven mamá de 23 años con dos bebés de la mano).
– Son los mismos el gobernador y el presidente municipal, ellos los desaparecieron (hombre de 45 años).
– Es la corrupción. Que dolor tan grande. Mientras no seamos equipo esto no se va a arreglar (mujer 40 años).
– Leí lo que dijo el expresidente Fox de los 43, que lo superaran los familiares. Como no es su familia!, no es él el que está llorando a sus seres queridos. Siempre diciendo tonterías Fox. Mejor que no hable. Sólo ellos saben su historia, lo que sufren (hombre 22 años).
– Hasta en EU se siente su ausencia. Mucha familia vive allá y dicen pobres familias que no saben en dónde terminaron sus hijos, que no saben en dónde están (hombre 22 años).
Las consignas de los contingentes se siguen escuchando por las calles del centro de la capital de Nuevo León: «Gaviota, gaviota, tu esposo es un idiota». Una mujer que pasa a mi lado la escucha y le dice a una amiga: «Y también la Margarita cuánto dinero se ha robado la guey; yo por eso no voy a votar por nadie». La amiga se le queda viendo y le contesta: «al contrario, hay que votar porque si no se van a robar tu voto. Van a votar por ti. Si de por si»…
Los indignados le lazan advertencia directa a los paseantes dominicales: «A ti que estás mirando, también te están robando». La gente se ríe. Un muchacho grita entre los paseantes: «de qué se ríen, por eso nos hacen pendejos». Como si pareciera que los indignados los escucharan el coro responde: «Lucha, lucha; no dejes de luchar, la lucha sigue y sigue. Ahí están, esos son los que chingaron la nación». Y los invitan a unirse al puñado que desfila del lado más soleado de la Av. Juárez : «amigo, hermano, la lucha es de este lado». El sudor nos corre por la frente mientras avanzamos cuidados, vigilados por las patrullas de seguridad vial y por los policías en motocicleta. Las calles del centro algunas cerradas, todas o en parte, para dar vía rápida a los indignados y a los automovilistas. El sonido de una ambulancia nos alerta a todos y los contingentes se hacen a un lado para que pase sin mayores problemas. Todo fluye jalar llegar a la macroplaza donde una a una las indignaciones son dichas y subrayadas en diferentes voces. Ahí pudimos conversar con el padre Chema: José Manuel Guerrero Noyola quien es vocero de los campesinos afectados por el derrame de petróleo en el Río San Juan allá en Cadereyta, quién sin dudarlo nos afirma: «Las autoridades todas: estatal, municipal, Profepa, Conagua, Salud, todas mienten y son cómplices en ocultar la verdad. Negaron la afectación por el derrame de petróleo. Hay 1100 hectáreas de cultivos dañados. Hay más de 1200 familias afectadas. Cientos sin trabajo, sin poder cultivar, con sus tierras llenas de petróleo. El agua tiene mal color, mal olor, mal sabor. La tierra no es cultivable. Las autoridades mienten».
Pues sí: algo tiene mal color, mal olor, mal
sabor en el país todo, en el México de todos mis quereres: es la corrupción y su alma gemela, la impunidad. La hidra de dos cabezas que se multiplica por instantes por dondequiera. Seguiremos dejando esto pasar? Qué esperamos? Ya nos lo advirtieron los indignados compatriotas: «a ti que estás mirando, también te están robando». Y no sólo dinero. Nos faltan 43 más 30 mil. Dónde están?
