Modelar lencería en este mundo consumista no es pecado, pero según Santo Tomás de Aquino, se cae en él si a la modelo la vemos con lujuria, envidia y con glotonería.
En el cristianismo, en los Mandamientos de la Ley de Dios está el no robar, no decir falsos testimonios ni mentiras, así como no codiciar los bienes ajenos.
La neta terrenal nos dice, dicho con todo respeto, que la diputada panista Leticia Marlene Benvenutti Villarreal es un agasajo visual para beneplácito juvenil y hasta senil.
Ella es un cuero, y si exhibió a Rodrigo Medina con su pancarta que decía “No pasarán sus cuentas mochas”, los lame suelas de éste lo encueraron peor al querer defender lo indefendible.
¿Cómo quieren ocultar su falta a esos tres Mandamientos que están muy claros? Nuevo León no es un Estado seguro, sí hay corrupción, los terrenos de Mina eran ajenos, etc, etc.
Al subir a las redes sociales las fotografías de la diputada Marlene, en lugar de perjudicarla la beneficiaron y hasta se puede dar el lujo de abrir una boutique-snack en el Lobby del Congreso.
El éxito está asegurado. Los modelitos que se exhibieron en las fotografías tendrán su demanda entre el personal femenino, incluso de algunas diputadas y uno que otro diputado. ¿A poco no?
Por otra parte, la ex diputada Carolina Garza Guerra, está un poco tardadita, conste no taradita, no confundir, al decir que “Benvenutti es la debacle del PAN”(sic)
Carolina está en su derecho de criticar a Marlene, según su punto de vista moral. Mientras no cometa el pecado de la envidia, aunque diga que es de la buena, pero envidia es envidia. Punto.
En cuanto a su visión, nos permite reflexionar para preguntarle dónde ha vivido los últimos 15 años. Qué ejemplo le dieron Felipillo, Maderito, Larrazabal y aún Margarita.