No toda la culpa es de Adrián de la Garza por reprobar las materias del “kardex” que El Norte elaboró, para calificar sus tres primeros meses como Alcalde.
A nadie debe sorprenderle, el Alcalde de Monterrey obtuvo esas calificaciones de ciudadanos y líderes que lo han visto sólo como empaque, sin contenido.
Adrián no tiene oficio político, ni tenía carrera como tal. Y lo que ha logrado en la función pública, es solo cosechar lo que, en su tiempo, otros le sembraron.
La “carrera política” del Alcalde de Monterrey es limitada y simple. Nada más dos cargos. Sempiterno secretario particular y Procurador de Justicia.
No toda la culpa es suya. Adrián ha sido un alumno regular en lo suyo y, en la ambición de seguir en el poder, son sus mentores quienes lo han exhibido.
Para muestra dos botones. Una, el ser calificado como el Alcalde más malo del Área Metropolitana. Dos, lo que el mismo periódico le cuestionó en columna.
Le achacan contratar a dos polémicas exfuncionarias de San Pedro involucradas en Desarrollo Urbano. Ante el buen entendedor, lo exhiben como un guiñol.
La culpa de Adrián es haber aceptado la aventura que está padeciendo. Su experiencia no es para eso y lo que ha logrado, poco o mucho, se puede esfumar.
Es difícil que Adrián concluya con buenos resultados. Su falta de oficio lo lleva a encerrarse. La campaña fue de glamour y la Alcaldía una triste realidad.
El reto es para los priistas en el 2018. Arroparlo y subir la calificación que beneficie al futuro candidato a la presidencia de México y también a su relevo.
Pero hoy, es una pena para los regios el que su Alcalde sea reprobado y, que su ciudad que siempre se distinguió a nivel nacional, se le califique como la peor administrada.