Con dificultad subí tres escalones en él área de emergencias de la Clínica 2 del IMSS, pero 20 minutos después salía volando en busca de otra opción.
Optimista, porque estaba en el lugar adecuado para recibir atención a una crisis respiratoria que se fue agravando por los días frías de febrero, recorrí con calma el trayecto.
Todas las camas estaban ocupadas, principalmente por ancianos y niños, en medio de nebulizaciones, y caras de angustia, en las habitaciones a media luz.
La sala de espera estaba a reventar de pacientes acompañados de familiares impacientes.
Me formé en una amorfa fila donde revisarían mi cartilla de consulta y, según yo, me internarían para buscar estabilizar respiración y lograr bajar la presión sanquínea altísima.
Recibí la alerta en el cel de los cambios en en sector salud y el nombramiento de Mikel Arreola como nuevo director el IMSS y su tarea de seguir en la reestructuración financiera de la institución.
Mientras docenas de personas, agotadas, enfermas, no tenían donde sentarse, me motivó a buscar el Plan B y me fui con el doctor que me apoya que, aunque ginecólogo, le entiende muy bien a otras enfermedades.
A las 2 AM me levanté a terapia y recordé que desde hace más de 30 años se dice que el IMSS está en terapia financiera intensiva.
Urge rescatar al IMSS, único baluarte y esperanza de millones de mexicanos que a esa hora esperaban atención médica y una silla para descansar.