La renuncia del Jefe de la Oficina del Gobernador, Miguel Treviño de Hoyos caló hondo en el ánimo de Jaime Rodríguez Calderón, quien a su vez aceptó la renuncia de Rogelio Benavides Pintos.
Mientras los gobernados estamos en la creencia que al interior del gobierno se lleva a cabo una mega auditoría para saber exactamente como están las finanzas estatales y creíamos se lleva a cabo una reingeniería administrativa, sucede lo contrario.
Fue la denuncia del periódico El Norte sobre la compra de miles de cobijas a un sobreprecio por parte de Benavides Pintos lo que ahondó la primera gran crisis política del primer gobierno independiente de México.
Se ha filtrado a columnas políticas que el secretario particular de El Bronco, acusó el viernes pasado a Miguel Treviño de filtrar datos al periódico El Norte.
Lo que provocó una reacción no esperada de renuncia a la Oficina del Gobernador porque si algo defiende Treviño es la transparencia.
Benavides salió mal librado y anoche finalmente renunció como sub secretario y se convierte en el sexto funcionario que dice adiós al gabinete.
Si bien es cierto que nadie es imprescindible, también lo es que el gobierno no termina de arrancar, que son muchas las expectativas de la población que están el aire y que se está gastando pólvora en infiernitos.
Sea como sea, la foto oficial de arranque ya no cuenta con importantes funcionarios y todos saben los tres grupos de poder que están al acecho de las carteras hoy vacantes.
Lo que sigue es o solución ejecutiva o radicalización de grupos, en el primer círculo del poder porque en el horizonte no se ven signos de justicia contra funcionarios del anterior gobierno. Ni modernización administrativa alguna.
Sólo serpientes y escaleras.
