Nuestro sistema carcelario está encomendado al fracaso y perdición, ya que el que desde el principio se creó como un sistema enfatizado a la contención, mas que a la readaptación.
Y la readaptación existe nada más en el papel, y en las nóminas de una subsecretaría mocha en Seguridad Pública del Estado que ha servido más como botín político que otra cosa… Así la readaptación está en segundo término y el enfoque principal de nuestras prisiones es el castigo y penalización de los reos ya sea procesados o sentenciados.
El rezago y el abandono en el cual se encuentran los centros penitenciarios de nuestro estado, es un asunto por todos conocido, donde no hay inversiones de ningún tipo, aunado a un exceso de sobrepoblación y corrupción en todos los niveles, desde la administración , hasta los reos, trascendiendo esos “secretos” a las afueras de las paredes carcelarias.
El olvido al que se ha sometido al sistema ha hecho del personal una suerte de burocracia aburrida: desde los administradores hasta los celadores han dado lugar a adquirir la costumbre de la distorsión penitenciaria, dando entrada total al control total de los reos sobre sus custodios, volviéndose en si en centros de criminales perfectamente organizados mas allá de sus fronteras y los muros de las prisiones.
Estas organización del mal están perfectamente establecidas, y aunque se efectuaran cambios de reos líderes, habría en el escalafón sus segundos en el mando (idéntico a como funciona la delincuencia organizada muros afuera) para darle continuidad al control total del poder criminal, al margen de la ley y sus preceptos jurídicos, corrompiendo totalmente a la población carcelaria, creando la Gran Universidad del Crimen.