El despertar de la conciencia ciudadana, cada día, se adentra mas a una angustiosa ironía, sufriendo la transformación inédita que está experimentando nuestro Estado en su desarrollo social, que afecta nuestras formas cotidiana, en sus funciones habituales, llevándonos totalmente a un cambio de vida radicalmente extraordinaria, que daña el carácter, el estado y destino de nosotros mismos, alterando nuestras metas, produciendo una metamorfosis de un pueblo trabajador y pacifista a uno saturado de inseguridad y enojo, que puede trocar en estado violento y radical.
Siendo los ciudadanos víctimas marginadas del crimen que nos agobia en todo momento, y el absurdo del mecanismo de cambio y dicha transformación rompe la línea recta social y estable, de la disciplina natural del ser humano, ante la amenaza fatal de la delincuencia, la cual ha destruido el apacible tejido del sosiego doméstico, cambiando a la forma agresora del hombre mediático, cual utilizaba la propia fuerza y discernimiento para su auto protección.
Este hábitat, rodeado de sus usos y costumbres, desarrollará una sociedad hostil, principalmente hacia sus seudo-gobernantes y posteriormente, fuera de toda reglamentación constituida emergerá en contra, aun de los propios azuzados ciudadanos, creando un caos, derivado de un estado ausente de derecho.