Sobre la majestuosa mesa de maderas finas, brillosa cual espejo de doncella, el entonces gobernador Rodrigo Medina de la Cruz deslizó suavemente la carpeta de documentos que contenía información confidencial frente al sitio donde estaba sentado Jaime Rodríguez Calderón, su futuro sucesor.
Confundido, el Bronco se revolvió nervioso en su asiento mientras observaba intrigado y pasmado el misterioso paquete, como si de repente lo invadiera un mal augurio.
_.Revísalo Jaime y luego hablamos, dicen le soltó de pie con frialdad Medina, sin poder ocultar un semblante de satisfacción en su rostro.
Ni un vaso de agua, ni un refresco, ni un café. Cero cortesías.
El mandatario electo, tuvo que soportar con la boca seca el trago amargo que le dieron a probar.
Mas bien aquello, fue un balde de agua fría que vino a empañar el entusiasmo y la alegría del triunfo que obtuvo en las elecciones del 7 de junio del 2015.
Jaime Rodríguez conoció en silencio un impecable trabajo de inteligencia política que lo ponía en aprietos y le ataba de manos para cumplir una de las principales promesas que lo llevaron a la gubernatura:
Meter en prisión a Rodrigo Medina, autor principal del desfalco multimillonario ocasionado al Estado, acción, que en campaña le pedían los nuevoleoneses y que ahora le exige a gritos en su cara, una sociedad cada vez mas politizada, agraviada y desilusionada.
El encuentro descrito entre ambos políticos ocurrió en solitario, el mediodía de un 16 de junio del año pasado en el despacho principal de Palacio de Gobierno.
Así me lo contaron y así se los comparto. El informante es creíble y autorizó publicar esta historia.
Me reveló que en los expedientes se documentan a detalle algunos negocios sucios que el ex priista realizó en los diversos puestos públicos que ocupó.
Aparecen, aseguró, informes precisos de desviación de recursos municipales y de presuntas relaciones peligrosas que Rodríguez Calderón sostuvo con grupos delincuenciales siendo alcalde de García.
De despojos de tierras a humildes ejidatarios durante su dirigencia en la Confederación Nacional Campesina de Nuevo León.
Y de abusos a colonos a quienes regateó sus propiedades en la ampliación de la Avenida Venustiano Carranza y en la construcción del Paseo Santa Lucia a su paso por la Dirección de Racionalización de Obras en el sexenio de Natividad González Paras.
Por eso, no es aventurado intuir que a falta de autonomía la Fiscalía Anticorrupción que dirige el inefable Ernesto Canales haya recibido órdenes del gobernador de integrar un proceso judicial a modo, endeble, amañado y ridículo en contra de la anterior administración.
En ese sentido, El Pacto del Palacio le sirvió a Rodrigo Medina de la Cruz como una especie de blindaje para no pisar la cárcel a cambio de mantener en secreto el expediente que encierra el negro pasado del Bronco.
Pocos se percataron del rostro desencantado y de la sonrisa forzada que Jaime Rodríguez mostró a los medios de comunicación al salir de la reunión que originalmente era para que el mandatario entrante y el saliente dialogaran sobre el Plan de Transición.
Pero también, en el cónclave privado, Medina le tendió a el Bronco una «cama ranchera» y puesto contra la pared, el gobernador «independiente» está pagando la factura de un costo político que sin duda truncará
sus ambiciones presidenciales.
Al baile vamos.