Bien dicen que en la guerra y en el amor todo se vale y la contienda electoral que vivimos en los Estados Unidos ha sido la peor (o mejor) muestra de ello: Donald Trump no dudó en el pasado debate de invitar a unas damas que supuestamente acusan a William Clinton de violación.
Unos pocos días después le voltearon la sartén por el mango en esos asuntos al supuesto millonario y ahora las acusaciones por actos de atentados machistas e impúdicos son en su contra.
Sin duda alguna desde la semana pasada en que se publicó el video de Donald Trump haciendo alarde, de los asaltos sexuales (toquetear a mujeres sin el consentimiento de ellas) que perpetraba por ser “estrella famoso”, las probabilidades de que éste llegue a residir en la Casa Blanca tienen mas dificultades que una carrera de obstáculos.
Muchos de sus principales colaboradores tales como Paul Ryan, Presidente de la Cámara de Representantes y Jhon McCain Senador del estado de Arizona le han retirado su apoyo, lo que ha desatado la furia del neoyorquino revelándose contra su propio partido, y varios medios de comunicación, asegurando que no necesita de nadie para ganar las elecciones.
Son nueve las acusaciones de mujeres acumuladas con revelaciones que lo acusan de besarlas a la fuerza y de, como decían las viejas crónicas rojas mexicanas, de hacerles “tocamientos”.
Una a una han dado detalles en diferentes medios de cómo fueron ultrajadas y de los motivos que tuvieron para callar y no denunciar los hechos en su momento.
Jessica Leeds, de 74 años, y Rachel Crooks, de 33, relataron sus fatídicos encuentros con el candidato al periódico The New York Times.
Natasha Stoynoff, ex reportera de la revista People, aseguró que durante una entrevista con Trump en el 2005 éste se le tiró encima y le metió “la lengua hasta la garganta”.
Mindy McGillivray, le dijo al Palm Beach Post de Florida que en 2003 el magnate le tocó el trasero.
También varias ex concursantes de Miss Teen USA dijeron a la cadena CBS y a Buzzfeed, un medio digital, que en el tiempo en que Donald Trump era dueño de Miss Universo, este irrumpió cuando ellas se estaban cambiando diciendo “Tranquilas, yo ya lo vi todo” y aseguraron que algunas de las participantes eran menores de edad y sólo tenían puesto bikinis mientras que otras se encontraban totalmente desnudas.
Las dos primeras aseguraron que la respuesta de Trump cuando fue cuestionado sobre el video, en el segundo Debate presidencial al decir que “Si miras a Bill Clinton, lo suyo es mucho peor. Lo mío son palabras y lo de él fueron acciones”, en referencia a tres acusaciones de supuesto acoso sexual y violación contra el ex presidente y pareja de Hillary Clinton, fue lo que causo su indignación y que las hizo hablar al respecto.
Lo que nos comprueba una vez mas aquello de que el pez por la boca muere.
Y así, mientras que los comentarios asquerosos de este tipejo le dan la vuelta al mundo indignando a la mayoría, hay quienes siguen apoyando la candidatura de Trump negando los hechos y asegurando que toda este “ficción” fue fabricada por los medios de comunicación para beneficiar a su opositora la demócrata Hillary Clinton.
Sin embargo, pese al asqueo que me provoca el escuchar el audio y mirar las imágenes con que se maneja Trump después de decir tantas estupideces y estando totalmente en desacuerdo con ello, debo confesar que el hecho del cual habla este esperpento, no me sorprende en lo mas mínimo.
A través, no sólo de los medios de comunicación, sino de la vida, hemos visto como el cargo, puesto o la posición que una persona desempeña, en una empresa privada, pública, de entrenamiento o de cualquier índole les da a gentes que tienen “poder” carta libre de hacer estas marranadas sin que nadie haga nada al respecto.
Esta conducta de carácter sexual indeseada que realizan quienes tienen poderío no es nueva. El manoseo, las palmaditas, las miradas lascivas, los roces deliberados los comentarios o chistes con connotaciones sexuales o los mensajes de texto inapropiados, son sólo algunos ejemplos de los que cualquier mujer ha estado expuesta en su vida estudiantil o laboral.
Estos crímenes, porque no lo puedo llamar de otra manera, aniquilan a las mujeres afectando su desempeño laboral y puede ser infligido por colegas, supervisores, miembros de la dirección o incluso clientes y generalmente adopta la forma de observaciones sugestivas, demandas de favores sexuales o invitaciones comprometedoras.
Sin embargo, las mujeres que son acosadas y en la mayoría de los casos ultrajadas ni siquiera se atreven a hablar del tema y mucho menos a quejarse pues creen que si lo hacen pueden perder posibilidades de promoción.
También el temor al ser despedidas de su trabajo y de que no puedan conseguir otro por las malas recomendaciones que puedan dar quienes las ultrajaron.
Casos tales como el del comediante Bill Cosby en el que el protagonista de “The Cosby Show” ha sido acusado por 40 mujeres algunas menores de edad, de haberlas drogado y abusado sexualmente de ellas cuando éstas lo que buscaban era una oportunidad de trabajo.
Y quien no recuerda que la Oficina Oval fue el escenario que sirvió al ex presidente Bill Clinton para hacer sus fechorías con Mónica Lewinsky y que casi lo obligan a dejar la Casa Blanca.
En fin, esta es la sociedad en la que estamos viviendo y que todos hacemos, construimos y fundamos.
Una sociedad en la que entre todos decidiremos a través del voto, si seguimos viendo esto como algo mas del cual hablar en el “circo” de las elecciones y que después de noviembre 8 nos olvidaremos.
Un tema del cual tendremos tela de donde cortar mientras que gentes abusivas y con puestos de poder siguen realizando estos actos inmunes y sobre todo mientras las víctimas sigan callando.
*Periodista regiomontana radicada en la zona central de Texas.
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