Mario Aburto anda libre. Se pasea por el país usando bajo perfil. Busca a su próxima víctima. Esta vez, dice, no será un candidato a la presidencia de la república. Ahora anda tras un dictador. No es un solo tirador. Tras 23 años de prisión por el asesinato de Luis Donaldo Colosio por fin recorre las calles más transitadas.
Un grupo de psicoanalistas especialistas en criminología, sociología y patología de la conducta, describen las características de ese personaje que de pronto es visto en Ciudad Juárez, en Chiapas, Oaxaca, Sinaloa o en Durango. Casi al mismo tiempo se aparece en distintos lugares por lo que, se especula, ha logrado desdoblarse. Su manera de vestir es andrajosa o a la moda, en ocasiones se peina y en otras anda desaliñado. Su mirada parece esconder la desolación de su alma.
Carece de un trabajo estable y cuando lo encuentra, el salario mínimo apenas le alcanza para sobrevivir. Lee los diarios y de ahí alimenta su imaginación. Se desespera. No encuentra una salida honrosa para la tragedia de su vida. Dice que cuando accionó su pistola calibre 38 a unos centímetros de la cabeza de Luis Donaldo aquel 23 de marzo en Lomas Taurinas de Tijuana Baja California,” solo quería llamar la atención por lo que sucedió en Chiapas”. No explicó qué era lo que exactamente quería decir. ¿El levantamiento armado era una simulación para distraer la firma del TLC por parte de Carlos Salinas de Gortari?
Pero tampoco es creíble que solo quisiera llamar la atención disparando a la cabeza de su víctima. Seis años antes quiso asesinar a Salinas de Gortari cuando era candidato, pero era más joven e inexperto. Su obsesión por quitarle la vida a un candidato duró años hasta que maduró lo suficiente. No era el único tirador. Había otros más que accionarían sus armas en caso de que fallara.
Los sociólogos que realizaron este trabajo enlistan condiciones criminógenas que subsisten en prácticamente todo el país. Millones de jóvenes Aburto carecen de empleo, no asisten a la escuela ni tienen ocupación útil salvo revisar el estado de su perfil en Facebook y darle like a las estupideces que encuentran así como realizar comentarios insulsos con serias faltas de ortografía.
Al igual que Mario, su familia esta desintegrada. No hay respeto por sus padres y éstos han perdido interés en su hijo. Se ausenta de casa sin justificación y regresa sin dar explicaciones ni tampoco se las piden. Carece de una relación de pareja. El Estado Mayor Presidencial, desde que tuvo acceso a este estudio protege aún más a Enrique Peña Nieto. Se sabe que millones de jóvenes Aburto pueden estar a la vuelta de la esquina, ello pudiera explicar el blindaje de su seguridad, los francotiradores, las largas caravanas de suburban. El crimen organizado no es una amenaza contra la figura de EPN como lo son los millones de anónimos jóvenes que no tienen nada que perder.
