Al fin animal político, Manlio Fabio Beltrones supo manejar con audacia los tiempos. Sus propios tiempos.
Cómo fiera acosada por el sistema, se replegó a lamerse las heridas y estuvo al acecho, esperando el momento preciso para dar el zarpazo que terminó por desgarrar el escenario montado en el PRI de Enrique Ochoa Reza rumbo a la Asamblea Nacional del ya cercano 12 de agosto.
Emisario de un pasado distante y conocedor a ultranza de los entretelones del poder, Beltrones soportó estoico la humillación y pagó facturas ajenas aquel domingo negro del 5 de junio de 2016, cuando bajo su dirigencia, el Revolucionario Institucional perdió los comicios en 7 de 12 gubernaturas en juego.
La catástrofe electoral, siempre lo supo el viejo «corsario de la política», se originó en los Pinos desde donde se confeccionaron las candidaturas a modo, integradas en su mayoría por personajes grises, frívolos, sin identidad y lealtad partidistas.
A pesar de ello y sabedor también de que la derrota fue «hija bastarda» de la impopularidad que arrastra el presidente de la República, Manlio Fabio se sacrificó y renunció a su alto cargo en el PRI, con el argumento de que el partido «debe transformarse para ser competitivo electoralmente».
«La vida y la política casi siempre imponen retos que muchas veces no están por completo en las manos de uno resolverlos, no obstante, siempre es necesario actuar con responsabilidad y asumir con lealtad las consecuencias», manifestó Beltrones al dejar las riendas del tricolor.
Ahora, a menos de un año de la Madre de todas las elecciones en el 2018 y ante la premura del partido a elegir candidato presidencial, el resurgimiento del sonorense en la arena política del país tensa el proceso priista y pone presión en el mismo presidente Enrique Peña Nieto quien juega sus propias cartas de cara a la sucesión.
El regreso de Manlio Fabio Beltrones (si es que algún día se fué), pinta para su partido de otro color el panorama con miras a la elecciones presidenciales.
Se pronostica pues, un choque de trenes entre la generación de jóvenes políticos apapachos por el Peñanietismo y la nomenclatura priista; los ortodoxos, los viejos lobos que no se conformarán con ser invitados de piedra en la fiesta sucesoria.
El dinosaurio despertó (si es que alguna vez estuvo dormido) y en su modorra dió un coletazo a las conciencias rebeldes.
En ese ambiente, emerge la insurrecta figura de Manlio Fabio Beltrones que parece dispuesto a inmolarse políticamente antes de permitir que Peña Nieto sea el que escoja en forma unilateral, vulgo «dedazo», al «delfín» que lo sucederá en la silla del águila.
Por eso en su posicionamiento mediático el ex senador, ex diputado federal y ex Subsecretarío de Gobernación trazó con claridad la ruta de la confrontación que viene y en un lenguaje alegórico, conciliatorio, sin llegar a la ruptura, al margen de golpeteos fútiles deslizó:
“El partido no puede seguir siendo un taxi que traslade de un lugar a otro a personas que no tengamos la seguridad que van a cumplir con la obligación del partido, porque después es el partido el que sale raspado».
“Si trasladó por ahí a algún delincuente, pues andan posteriormente buscando al taxista y al taxi en lugar de al delincuente. Esto lo tenemos que arreglar y rápido. El partido debe tener identidad», soltó Beltrones en alusión a los ex gobernadores priistas presos, prófugos y enfrentados en libertad a la justicia, que tanto daño han hecho al PRI.
Advirtió que los priistas cometerán un error si se deciden revisar estatutos y añadir o eliminar candados para la elección del abanderado presidencial, en vez de articular propuestas para el futuro de la Nación.
«Ya tenemos las reglas. Respetemos las reglas: no andemos haciendo trajes a la medida o deshaciendo los trajes que vamos a vestir”, sentenció el ex líder del PRI.
El mensaje cayó como aceite hirviendo en las aspiraciones de personajes cobijados en los Pinos sin trayectoria partidista y que no encajan con las actuales reglas del partido: Aurelio Nuño, José Antonio Meade y Luis Videgaray solo por mencionar a tres que están en las simpatías del presidente.
Aunque tan pronto explotó la «bomba» el mandamás del priismo nacional, Enrique Ochoa Reza salió en busca del subersivo y se reunió con un consejo de venerables ancianos ex presidentes del partido entre los que destacaban: Adolfo Lugo Verduzco, Jorge de la Vega Domínguez, Humberto Roque Villanueva, Pedro Joaquín Coldwell y María de los Ángeles Moreno, el desafío de Beltrones ya está en el juego de la sucesión presidencial priísta.
Y para apuntalar la insurrección, Manlio Fabio le puso el cascabel al tigre, pues no se descarta en la carrera por la presidencia de la República.
A pregunta expresa del periodista René Delgado del Grupo Reforma, de si competirá como aspirante a convertirse en presidente de México afirmó Manlio Fabio Beltrones contundente:
-Lo resolveré después de la Asamblea. Después de ver qué tanto profundizamos en lo que estoy proponiendo, que es el futuro del país.
Para algunos que creían que la selección de candidato en el Partido Revolucionario Institucional sería tersa y en paz, se equivocaron.
La rebelión se avizora, percibe y es latente.
Ahí se las dejo.
