¿La Universidad Autónoma de Sinaloa realmente se encuentra secuestrada por una pandilla encabezada por Héctor Melesio Cuén Ojeda?
En los últimos años es una interrogante que con cierta regularidad se escucha en los pasillos de la UAS, se lee en diversos medios de comunicación y, de la misma forma, es negado sistemáticamente por el grupo de personas que abrevan por igual en la alma mater que en la franquicia de Cuen Ojeda, el Partido Sinaloense.
Lo que no logró el entonces gobernador Antonio Toledo Corro en su sexenio, (1980-1986) sofocar el espíritu crítico de este centro de estudios, parece que sí lo está logrando este grupúsculo que se alió al derechista Partido Acción Nacional en su insaciable carrera política.
Muchos profesores que imparten cátedra en la UAS prefieren la cómoda prudencia y evitan hablar, por ejemplo, en torno a eventos como la desaparición de estudiantes de Ayotzinapa, la Estafa Maestra, Casa Blanca, Tlatlaya, entre otros, debido a la línea “pasista” lo que cohíbe la crítica y el libre pensamiento. Como si el aula fuera una burbuja ajena a la realidad, salvo cuando los intereses Cuén Ojeda lo consideren propicio.
¿Esta clase de daño a la universidad es posible cuantificarla? Es difícil hacer explícita una cantidad que pondere un juicio. Lo cierto es que en la UAS está en riesgo el espíritu innovador, la lúcida y constructiva crítica es sustituida por el aplauso fácil que complace el pragmatismo a ultranza en detrimento de valores como la tolerancia, la creatividad y la universalidad de pensamiento que enriquece y nutre la libertad.
Un acercamiento a las aulas de la Universidad Autónoma de Sinaloa permite advertir apatía en un amplio sector del estudiantado adoctrinado bajo los auspicios de la camarilla de Héctor Melesio Cuen Ojeda para que el egresado sea un objeto al servicio y explotación del capital. Cierto es que se requiere capacitación para el trabajo eficiente pero ello no es todo. Permanecer a merced de las aspiraciones de un elitista grupo es atentar contra la libertad de pensamiento.
El Partido Sinaloense debe dejar a la UAS libre, que sus estudiantes y profesores ejerzan la libertad de pensamiento sin temor a represalias. No es un coto exclusivo del PAS y de sus dirigentes que han tomado de rehén a la universidad. El daño que han ocasionado a este centro de estudios es reversible aun más con la estrepitosa derrota de Cuen Ojeda quien, pese a sus cálculos optimistas, perdió la senaduría que sentía en la bolsa. No obstante que está documentado http://www.lineadirectaportal.com/movil/publicacion.php?id=237107 , las personas que están en la nómina de la UAS y ostentan cargos de dirigentes en el PAS, se resisten a respetar la libertad de cátedra.
Al margen del enriquecimiento inexplicable de la familia Cuén Diaz estimada en 64 millones 43 mil 949 pesos en lotes y casas, el daño que considero más grave es el que le están haciendo a una noble institución educativa que sobrevivió al embate de un gobernador que se dedicó a debilitarla, a menoscabar su prestigio durante un sexenio, al término del cual se le llamó la larga y siniestra noche. Ahora la pregunta es ¿hasta cuándo terminará la siniestra sombra de Cuén Ojeda sobre la UAS?