«¡Ahí me saludas a Ismael!», le gritó sarcástico Jaime Rodríguez Calderón a un aguerrido líder de taxistas independientes, refiriéndose a Ismael Flores Cantú dirigente de la CTM en Nuevo León, con quién su «gobierno» mantiene pleito casado.
Después, pasó a cuestionarle que se dedicara a trabajar tras un volante, cuando el aludido desde hace mas de 17 años se soba el lomo de noche y día abordo de un taxi y conoce al dedillo la problemática que enfrenta este sufrido oficio.
«Tú no te dedicas a esto, no tengo tiempo para ti», le expresó contundente el mandatario irritado a José Antonio Rodríguez El Zorro, cuando trató de abordarlo para externarle las inquietudes del gremio del taxista legal que desde hace tiempo soporta el acoso, la indiferencia, el maltrato y la corrupción de la Agencia Estatal del Transporte.
Ese fue el bajo nivel, la endeble capacidad de respuesta que mostró El Bronco en contra de un luchador social que merece respeto, exhibiendo sin el menor rubor, una conducta, que parece más de adolescente marrullero que de gobernador constitucional de un estado Moderno, progresista, pujantes y trabajador. Mala la cosa.
Así es como Jaime Rodríguez Calderón saca la casta para proteger las pillerías de Jorge Longoria Treviño, un funcionario bipolar, cínico, prepotente y fantoche que ha hecho del transporte su feudo personal y de los taxistas sus férreos enemigos.
Por eso, cada vez son más las voces que piden su renuncia, acusándolo de fomentar los taxis piratas que operan con total impunidad sobre todo en la zona periférica del área metropolitana de Monterrey y en los municipios foráneos.
Se le culpa también, de consentir otro servicio pirata, el de las flotillas privadas que atraen clientes a través de plataformas digitales y circulan libres sin ser regulados ni tocados siquiera por la boleta de una multa.
Involucran a Longoria de manejar a discreción los centros verificadores de taxímetros, de cerrarlos a su antojo provocando una sobresaturacion de taxis sin revisión, expuestos a sanciones, y dejar operar solo los talleres afines a sus propios intereses financieros.
Estos son solo tres botones de muestra de las anomalías en que está incurriendo el director de la Agencia Estatal del Transporte, que mantiene a los verdaderos taxistas que transitan en la legalidad, con la bota hitleriana aprisionando sus pescuezos.
Mientras El Bronco encabronado hace berrinche y le restrega en su cara, a uno de los más fervientes defensores del taxismo independiente, «no estoy para ti» y como gallina clueca, esconde protector bajo sus alas a un polluelo, que se ha convertido en un gavilán para los prestadores del servicio en el transporte de Nuevo León.
Vaya gobernador marrullero que tendrán que soportar los nuevoleoneses por más de tres años, aunque dicen por ahí que en diciembre se va al destierro o al encierro.
Sin embargo los taxistas, primero quisieran se fuera al carajo Jorge Longoria, su despiadado verdugo.
Ya veremos, ya diremos.