Una de las obras emblemáticas de la literatura universal es “El laberinto de la soledad” cuya lectura no solo es recomendable sino obligatoria para asomarse a la visión que Octavio Paz poseía de la idiosincrasia del mexicano.
Mientras se encontraba en el servicio Diplomático en Paris en la embajada de México, entre 1948 y 1949, Paz siente cierta nostalgia que lo lleva a analizar desde su prodigiosa memoria, la forma de ser de sus paisanos y trata de explicarnos las razones por las cuales se manifiestan algunas conductas estereotipadas.
Retrata: “La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida. El mexicano no solamente postula la intrascendencia del morir, sino la del vivir. {…}Matamos porque la vida, la nuestra y la ajena, carece de valor…rozamos el vértice vibrante de la vida. Y allí, en la altura del frenesí, sentimos el vértigo: la muerte nos atrae”.
Así es como mira el pasado prehispánico y con aliento refiere el presente que le tocó vivir: “Quien ha visto la Esperanza, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos. En cada hombre late la posibilidad de ser o, más exactamente, de volver a ser, otro hombre”
De esta manera, la soledad adquiere un carácter purgativo, purificador. El solitario o aislado trasciende su soledad, la vive como una prueba y como una promesa de comunión, nos dice Octavio Paz. En este ensayo cuya edición de Enrico Mario Santi, editorial CATEDRA agrega un bagaje de de comentarios y notas bibliográficas e históricas, ampliando con ello el panorama que nos muestra el autor.
La conquista y la colonia son procesos que Paz teje a su manera para reflejar su tesis y reforzar su posición filosófica. De ahí su afirmación”No vemos solo con los ojos sino con nuestras pasiones, intereses, ideas y creencias. Vemos a través de nuestra historia: a los conquistadores los santuarios indios les recordaron las mezquitas musulmanas y los indios confundieron la llegada de Cortes con el regreso de Quetzalcóatl. En la inmensa y desconcertante novedad de América, todos veían, especialmente los frailes, escondida pero visible por medio de signos e indicios secretos, una confirmación del sentido oculto de la historia. Los indios, decía Las Casas, habían sido descubiertos para ser cristianizados”.
La dialéctica de la soledad, define Paz, es el proceso donde el hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro…El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a si mismo se siente como carencia de otro, como soledad.
Seis décadas después de escrito “El laberinto de la soledad” y la polémica que despierta para quienes están de acuerdo o no con su visión, sigue siendo un ensayo para reflexionar de dónde venimos y hacia dónde vamos y nos sigue respondiendo:”El hombre no va a ninguna parte si no va al encuentro de sí mismo. La gran conquista no es la del espacio exterior sino la del espacio interior”. Octavio Paz nació en 1914 y murió en 1998.
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