DALLAS, TX. Diciembre de 2018.- Me dije que no lo haría, que no hablaría de política ni de las elecciones, da vergüenza mi ignorancia. No la justifico porque vivo en Gringolandia, pero tampoco soslayo que también para mí México es llaga viva.
Conozco gente muy leída e instruida que admiro mucho por el contenido de sus cerebros; pero es más la gente no culta ni muy educada que me rodea. Son gente de mis afectos, la neta, y en ambos grupos hay pro y anti lopezobradoristas y no hacen más que enredarme y dejarme en el vaivén de las dudas.
Tengo acceso al universo de las redes sociales, Facebook específicamente, y como diría Pedro Infante: “¡Álgame Dios!”. Si antes de meterme a Facebook me sentía desorientada; una vez allí, terminé como dice un colega argentino, “más perdida que un turco en la neblina”.
Me asomé, como quien no quiere la cosa, a la toma de protesta de LO. Será que yo soy muy pueblo (finalmente hija de campesinos michoacanos, casi analfabetas), pues sus palabras me llegaron “jondo, jondo”. Habló de cosas que a veces uno sueña para México.
Y las fotos y los mensajes conmovedores; tan conmovedores que me dije: “Yo le voy a creer a Amlo: que no le interesa el poder, que desea apoyar a los desposeídos, a los emigrantes como yo y los míos, a los ancianos y a la gente que por decenios ha llevado la pesada carga del país sobre su lomo, arando, sembrando, cosechando la tierra. También me conmovió mucho que su protesta concluyera con el Himno. No pude recordar a otro presidente que cerrara la ceremonia con todo mundo cantando el Himno Nacional, (sí, yo también me uní a las voces desde tan lejos).
Luego Facebook, Dios mío, tantos, pero tantos que son anti lopezobradoristas, hablando pestes de él. Y no entiendo. Alguien decía que para él era un día negro y que México se hundiría; otros ofendiendo a la gente con groserías, diciendo cosas horrorosas de quienes votaron por LO y le creen el discurso. En fin, palabras y comentarios que golpean mi enclenque esperanza.
Y es que uno de mis defectos es la credulidad. Neta, yo te voy a creer casi cualquier cosa que me digas y te lo voy a creer a pie juntillas. Así soy, peco de ingenua. Pero cuando me meto a la cacofonía de la negatividad sobre LO, me digo: “No, pues no tengo que creerles, aunque en este bando conozco personas honestas e inteligentes y respeto su nivel de educación y cultura”. No puedo. Igual, tampoco puedo meter mi corazón entero al bando de LO.
Pero me quedo aquí: Si yo estuviese en contra de LO, ¿qué me queda? ¿El “prian”, “la derecha”? ¿Sentir de repente nostalgia por Peña Nieto (¡por favor!) y por las décadas nefastas del PRI, los dos sexenios del PAN y todos los hurtos, la violencia, las injusticias a granel? Yo pregunto sinceramente como la ignorante que soy: ¿por qué es malo el populismo? ¿Cuál es su opuesto, el elitismo, y es este mejor? ¿Qué tiene de malo apostar por el pueblo? Nos guste o no, es el pueblo el que ha empujado a México y el que define lo que México es: su cultura, su idiosincrasia. ¿A poco no fue lindo que las comunidades indígenas estuvieran presentes apoyando al nuevo presidente? ¿Fue ese un acto populista? ¿Cuándo habíamos visto algo así en nuestra vida? ¿Cuándo habíamos visto que se les retire las obscenas pensiones a los ex presidentes, que Los Pinos llegasen a ser un recurso cultural para nosotros y no una inalcanzable cúpula de privilegio y poder en la que el presidente de veras no requiere habitar? ¿Todo eso es populismo y todo eso es malo? ¿Qué esperan los que están en contra de LO? No entiendo. ¿Más de la misma retorcida serpiente asesina y hambrienta de poder que todos conocemos?, ¿La quieren estiradita, no dobladita?
Otro comentario en Facebook decía que López Obrador nos va a dar atole con el dedo. Yo digo que los demás presidentes solo nos dieron amarga hiel a jarras.
¿O no?
Margarita Hernández Contreras, guadalajareña, vive en el área de Dallas. Es traductora profesional del inglés al español. Para comentarios:[email protected].