La 4T parece languidecer. Al menos para algunas personas que votaron por un cambio de régimen, esta es la percepción. ¿Estarán o no equivocados? La campaña de algunos medios de comunicación en contubernio con los partidos que en sexenios anteriores detentaron el poder, abonan a diario para, al menos, hacer dudar de la viabilidad del proyecto de nación que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La esperanza de cambio, de un verdadero cambio de fondo y no solo superficial para que las cosas queden igual que antes, se tambalea. Esa es parte de la lectura que se percibe tras las elecciones el pasado 2 de junio, no obstante que Morena arrancó dos bastiones importantes al PAN, Baja California y Puebla. El efecto AMLO sigue arrasando, sin duda, pese a los desatinos de algunos funcionarios públicos que exhiben prepotencia, nepotismo y hasta actos de corrupción.
Además de lo anterior, la inclusión de servidores públicos del PRIANRD en administraciones morenistas hace mella en las filas de quienes por años apoyaron incondicionalmente a AMLO. ¿Cómo explicarles a los morenos que la incorporación de ciertos parásitos de la política no afectan el rumbo? ¿Será suficiente un memorándum presidencial para advertir que no se solaparán actos de corrupción y nepotismo?
No cabe duda de que en algunos casos se colaron a Morena personajes indeseables que en el pasado denigraron el ejercicio público, que se enriquecieron a costa del mar de corrupción en que nadaron impunemente. La dinámica ilícita en que crecieron y se reprodujeron difícilmente va a desaparecer por obra mágica. Están acostumbrados a la depredación del erario, a no rendir cuentas, son tradicionalmente opacos, intolerantes con la libertad de expresión y, en algunos casos, hasta represores.
No debaten ideas, mejor prefieren hacerse las víctimas de una conspiración onírica, son hábiles para usar la imaginación al servicio de sus fobias para justificar que son atacados porque han pisado callos o porque van por el camino correcto, pareciera que solo recuerdan esa frase de El Quijote: «Sancho, si los perros ladran es señal de que cabalgamos» pero olvidan algo primordial: que se deben al voto de las mayorías que creyeron en su honestidad, en sus promesas de pulcritud en la cosa pública, en la observancia del Derecho y la justicia. Si estos advenedizos continúan olvidando ponerse a la altura que México requiere, se corre el riesgo de que estos errores los capitalice el PRIANRD y, con ello, les abran la puerta para su retorno.