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Una de esas obsesiones

DALLAS – Neurótica incorregible, me definen varias obsesiones. Las transito circularmente. De vez en vez me alejo de alguna de ellas por una temporada para volver a su centro ya recobradas la energía y la intensidad. La mayoría de las veces, desconozco su origen y su motivo. Muy rara vez se me dan momentos de lucidez en que me percato de su razón y es cuando me decido por seguir con ellas por voluntad.

Una de estas obsesiones confesables (porque, claro, algunas no lo son) es mi búsqueda incesante de una casa. No existe motivo circunstancial que justifique esta búsqueda.

No. No tengo motivo de andar buscando casa nueva por norte y sur del Metroplex de Dallas/Fort Worth (y a veces de Sacramento, Seattle, Charlotte, Boston, entre otras ciudades del país). No obstante, cuando puedo robarme tiempo eso es justamente lo que hago. Me la paso de sitio electrónico en sitio electrónico, buscando entre tantas constructoras el plano que más me guste, que más lógico e inteligente me parezca. Imprimo los que más me gustan y los guardo en una carpeta. Me pongo a diseñar la “casa de mis sueños”. Este ritual lo practico hasta el cansancio físico y mental o cuando la culpa del tiempo perdido me atormenta, o bien, cuando recobro mi capacidad de raciocinio y me vuelvo a cuestionar qué diablos busco, cuando me queda claro que lo que no busco ni necesito es otra casa.

Fue un día no muy lejano que me di cuenta del motivo de esta obsesión. Dicen los que saben de psicología (empezando por el mismo Freud) que la casa nos simboliza física y mentalmente; es decir, la casa es una representación del ego o del yo. Una casa, conocida o no, de antes, de hoy o del futuro, nos contiene con toda y nuestra historia, la gente que nos formó o forma y el deseo o el temor de lo que llegaremos a ser. Entendidas, así las cosas, entonces queda muy claro el motivo de mi búsqueda obsesiva de casa. Es cierto que no busco casa; lo que pasa es que ando en busca de mí misma.

No sé si eso pueda ser una señal esperanzadora o una más bien de patetismo, porque cómo es posible que a estas alturas del partido y de mi historia siga sin dar conmigo.

Dígame que le pasa a usted igual.

Margarita Hernández Contreras, guadalajareña, vive en el área de Dallas. Es traductora profesional del inglés al español. Para comentarios: [email protected]

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