Gélido como el clima en el que se encuentran la mayor parte de los penales federales de máxima seguridad, construidos durante el salinato y continuados durante los sexenios del saqueo desmesurado de las arcas públicas, así está la celda de concreto que resguarda a uno de los maleantes más temerarios de las últimas décadas. Nos referimos por supuesto, a Genaro García Luna, el otrora súper policía de Felipe Calderón creador de la “guerra contra el narcotráfico”, discurso con el que trató de disimular el fraude electoral tras el cual asumió el poder político.
Temerario es un término que retrata de cuerpo entero al ingeniero que tejió una red con narcotraficantes a los que ofreció sus servicios de funcionario público para proteger el ilícito negocio de sus socios y para quitar del camino a los grupos antagónicos. El vocablo temerario hace alusión a lo imprudente, precipitado, insensato, intrépido, arrojado, osado, obstinado, confiado, arriesgado, belicoso, entre otros.
Genaro García Luna fue intrépido al contactarse con líderes de cárteles del narcotráfico con los que negoció la protección de la Agencia Federal de Investigaciones y luego de la Policía Federal, a cambio de millones de dólares. Lo delataron sus nexos criminales pero también sus éxitos al combatir parcialmente unos carteles mientras brindaba protección a la organización delictiva que lo patrocinaba, el cártel del Pacífico.
Cobijado con algunos medios de comunicación, García Luna mostraba una actitud confiada cuando incluso fabricaba escenarios que comprometían la veracidad de los testigos, como el caso de Florence Cassez. Era desafiante, pero su rasgo obstinado lo compelía a arriesgarse cada vez más, síntoma de un perfil criminal perceptible hasta por las personas más incrédulas, menos por Felipe Calderón Hinojosa quien aparentemente solo veía un Eliot Ness en los afanes de una lucha encarnizada contra el crimen organizado.
Otro rasgo psicopatológico de García Luna fue su megalomanía por dotar de mecanismos de seguridad en prisiones federales y en las instalaciones fortificadas tipo búnker para lo cual no reparó en gastos, claro, a cargo del erario. La osadía de comportamiento errático rayó los lindes de la cordura cuando además infló el costo de la obra pública y ordenó que varios de sus familiares fueran registrados en la nómina federal.
Sin duda en México el ingeniero tiene varias cuentas legales pendientes por saldar, ya que los desvíos multimillonarios que cometió con otros funcionarios de alto nivel, podrían hacerlo merecedor de una prolongada estancia en prisión federal de máxima seguridad, en las que violó los derechos humanos y en las que se dio el lujo de mandar golpear a los presos relacionados con el caso de Isabel Miranda de Wallace.
La impunidad con que se condujo Genaro García Luna (aún bajo la presunción de inocencia), durante los sexenios de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, es un claro ejemplo del andamiaje que erigieron estos personajes por lo que es hora de corregir las desviaciones en materia de reinserción social -que se respeten Las Reglas Mandela– como mensaje nítido del nuevo Estado de Derecho Democrático.