Usted no ha hecho un buen trabajo ni como presidente, ni como candidato, ni como político, ni como administración de justicia, ni como ataque a la delincuencia y al crimen organizado, ni como ha tratado al Sector Salud, ni como el establecimiento de políticas públicas, ni como representante de los mexicanos en el mundo, ni como ha tratado al sistema de Salud del País, ni como ha cambiado el famoso carro Jetta que trajo en su propaganda política, ni como Jefe Nato de las Fuerzas Armadas, ni como ataca el neoliberalismo resucitado, ni por haberse olvidado de “la mafia en el poder”; sigue un largo etcétera, etcétera, etcétera…
Pero, como dijo el descuartizador: vallamos por partes. El truco que nos hizo con el cese fulminante de la construcción del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco, fue el inicio de una serie de desaciertos, desatinos y caprichos mal interpretados que sobrepasan la capacidad de nuestro intelecto y que caen como agua de catarata, hiriendo a sus compatriotas. Equivoco rotundo es la concepción que tiene usted sobre los mexicanos a quienes “desgobierna”; llegará el día en que sus excesivas conferencias de prensa lleguen a ser un hartazgo para quienes sabemos algo de nuestra política desastrosa y ruin. Usted gobierna por caprichos y corazonadas, eso es algo que empieza a empalagarnos, literalmente hablando.
En su campaña electoral vertió una serie de cosas que se iban a notar “desde el momento mismo de mi mandato presidencial” y que, a 14 meses de estar en esa tarea, no ha logrado, echándole la culpa a “los que nos gobernaban antes”, tratándolos como miembros de una mafia, como fifís, como neo liberales, como enemigos de la Patria, como conservadores, etcétera… Y una inagotable serie de epítetos, a veces inenarrables, desatando una serie inmensa de maniqueísmo a ultranza.
Usted no ha cambiado, sigue en campaña, olvidando que su investidura trasciende a su personalidad, la cual lo obliga a hacer daño a las personas que no comulgamos con sus actos de campaña y los posteriores en su ejercicio gubernamental; miente constantemente y se vanagloria por ello, aún sabiendo que sus mentiras trascienden y dañan a su persona,
Todos sus actos, palabras, discursos o trato a “los otros”, corresponden a su alter ego de su inefable acción de desactivar la política; nunca dejó de hacer campaña desde el momento de su nombramiento oficial como presidente, siguió de frente, recorriendo la república de cabo a rabo, fomentando a diario la división entre los mexicanos. Maniqueísmo diabólico y trastornador, en vez de actuar para todos, sin distinción, incluyendo a quienes disentimos o criticamos sus aberrantes políticas públicas, como haber quitado las estancias infantiles, provocado además el desabasto de medicamentos, personal e instrumental en clínicas del estado, incluyendo ISSSTE e IMSS. Ayer recibimos el avance de su caprichoso e insultante Aeropuerto en Santa Lucía, fue de 3.3 por ciento, algo inaudito y desesperante por no haber presentado planos ejecutivos y labores constituyentes; igualmente está construyendo su caprichosa Refinería de Dos Bocas, Tabasco. Casi el 80 % de sus compras o pagos de estimaciones se ha efectuado sin haber publicado a concurso o licitación alguna; eso se llama corrupción; la opacidad es la madre de todos los males de cualquier gobierno.