La nueva administración nos ha dado malas notas, su credibilidad va rápido al insondable abismo de la ineptitud, el engaño y la simulación, algo que duele narrarse. Porque tenemos un Presidente hundido en una quimérica simulación; el Presidente se ciega, se hace tonto al tratar de revertir críticas a lo que se hecho mal, que -al parecer- es todo lo que ha hecho.
El panorama es patético; son muchas las pifias como nulas sus acciones de valor; piensa seguramente que toda crítica está mal informada, o tergiversada para dañarlo; por doquiera ve enemigos de él, sin siquiera pensar dichas críticas para defender su actuación al frente del Gobierno. No cambia, ni parece meditar lo que dice; ésta actitud equivocada le hace sentir que quienes critican son enemigos de la Patria; en su afán acusatorio muestra una rara mezcla entre tiranía y mesianismo. En sus pláticas mañaneras, al responder una pregunta, se sale por la tangente y aparece el predicador de bondades que lleva prendido como lacerante beatitud.
El poder lo trastornó, al grado de mostrarnos las críticas como traiciones a su alta investidura; porque cree que nomás él tiene la verdad, y eso le proporciona una potestad; y pregona valores injustificados, evadiendo contestaciones sensatas y reales; es un “deschavetado” que inexorablemente tenemos que aguantar 5 años más. Ahora, con su inmensa ceguera, descarga todo en “los otros, los neoliberales”, sin tener siquiera un minuto para analizar lo que dice; incluso no sabe en qué consiste dicha forma de Gobierno. Recientemente hubo un texto publicado por el prestigiado diario español “El País”; nos dijo: “Esos mismos señores nunca hablaron de sus empresas bancarias , que tanto han robado a México” (casi sic) algo inaudito, porque el tema era la inseguridad que priva por todos los confines del país.
Con ese afán de tener las candilejas el mayor tiempo posible, ha encontrado una sutil manera de culpar a otros cuando considera un ataque a su persona; sólo él tiene la verdad absoluta y las idílicas indulgencias plenarias. Ejemplo: ante pregunta expresa de un reportero respecto al horrendo crimen de una niña de 7 años en la capital, su respuesta fue una vergüenza al decir, entre muchas palabras que es culpa del rampante neoliberalismo que gobernó al país. “Que no nos confundan” dijo enfático y de paso, al elogiar a la Señora Sheinbaum Jefa de la Capital, hipócritamente nos dijo que ella era la encargada de investigar el caso. Cuanta cobardía.
Ni una sola palabra que casara con la pregunta; es un genio en eso de mentir o evadir los asuntos que considera molestos a su persona y a su Gobierno; porque él nunca es culpable; en otra ocasión nos vertió un incoherente decálogo alusivo al exorbitante cúmulo de feminicidios.
El que se lleva, se aguanta, dice un popular refrán mexicano; ya empezamos a oír a personas gritándole “cacas”, cuando irrumpe con su cohorte de paniaguados en algún aeropuerto. Va a llegar el día en que tendrá que abandonar esa peligrosa costumbre de usar aviones comerciales para sus constantes viajes por la República. Negro es el panorama que nos espera en adelante con éste inútil –y muy terco- gobernante.