AMLO, como Presidente, ha sido un fiasco; en sus conferencias mañaneras ha demostrado su lenguaje parco, ineficiente e incongruente; sin duda, su mayor enemigo es él mismo; por mentir constantemente o mostrarnos que en políticas públicas él es quien decide unilateralmente; sus secretarios, algunos casi con nula apreciación de mostrarnos su valía, se ven repentinamente envueltos en la vorágine de sus deseos, algunos difíciles de entender.
Nos hace ver, desde su “Alta Investidura”, que él es quien domina y manda, independientemente de sus ocurrencias, sus desatinos, sus promesas de campaña; todo; está sujeto al escrutinio de la nación; un escenario donde sus esbirros, sin previo estudio o análisis, aceptan incondicional y absolutamente; es válido, pero en privado, nunca frente a la nación éste modo de actuar.
Terco cual mula cerrera, se aferra a una idea, la hace pública y espera en primer lugar que sus “súbditos” aplaudan y apoyen de inmediato; éstos obedientes y obsequiosos, son los claques que de inmediato salen a opinar que apoyan todo lo que el Seño Presidente ha decidido hacer, exactamente como lo hacían quienes trabajaron con los presidentes del PRI desde sus comienzos; aprueban incondicionalmente lo dicho por el Tlatoani Mayor.
Sin duda, eso es lo que nos preocupa; es un Autócrata, terco y descarrilado; se considera dueño absoluto de la verdad y ha cometido en sus mañaneras más de 20 mil mentiras; y no es sólo eso; considera que, quienes lo criticamos somos idiotas o analfabetas; nunca habíamos padecido un Presidente tan cercano a la autoestima y tan lejos de la humildad mostrada por verdaderos próceres a quien él mismo adula para parecerse a ellos; y se muerde la lengua en alabarlos en forma cotidiana; bueno, hasta reiteró obsecuente y sin escrúpulos, el esplendor de su discurso el “clamoso como extraño amor del Presidente Juárez con su esposa Margarita Maza”.
Está desesperado; eso lo percibimos claramente; de ahí sus inconmensurables ocurrencias con que llena su oficioso como inútil tema plagado de vituperios con los fantasmas del pasado: los radicales de la derecha y los conservadores a ultranza; Él nunca se equivoca.
Desplaza a sus opositores, dejando de lado, taimada, elocuentemente su insana vanidad que lo ha venido alejando del “pueblo sabio” que tantas veces lo hemos oído alabar y reverenciar; por ello insiste en colocarlos a su espalda como símbolos de sus Alter Ego; lo hace a la manera de Hugo Chávez, el sátrapa sudamericano quien puso como ejemplo a Simón Bolívar para luego perpetuarse en el Poder, dejando incluso su propio sucesor.
La debacle de éste Gobierno apenas empieza; esto se acabó; las ofensas a sus críticos arrecian y crece inexorablemente; esa maldita forma de echarse a la espalda todo el peso de la República; no puede un solo hombre resistir el peso de los problemas del País; trata de arreglar, a su manera, hasta conflictos callejeros de los reporteros asistentes a sus mañaneras; conflictos; se cree el bíblico Rey David redivivo; para colmo, nuevos problemas económicos nos hieren desde afuera sin que hagan mella su Divina Potestad. Y vienen tiempos peores.