Aún estoy aquí en los tiempos de la pandemia. Jamás pensé que iba a vivir algo así. El coronavirus: Covid 19 se esparce por el mundo; nunca en mi vida me he lavado tantas veces las manos en un solo día, ni jamás me había preocupado por traer antibacterial en la bolsa de mano. Estoy tranquila, pero tomo las precauciones elementales.
Escucho cómo bajan la cortina del H&M en la Plaza Cumbres. Son apenas las 6 de la tarde de este domingo 22 marzo. No dejo de caminar. Muy poca gente en la placita. Apenas unos pasos más adelante escucho a C&A bajar también ambas cortinas. El reloj en mi muñeca empieza a vibrar. He completado mi dosis: 10 mil pasos diarios! La pantallita me premia con fuegos artificiales, bombo y platillo.
Hace apenas unas horas estuve en uno de los HEB del municipio más rico de México y me quedé sorprendida al ver que sólo quedaban algunas cajas de galletas saladas en los anaqueles. Un empleado en una escalera en el pasillo trataba de bajar otras cajas que quedaron muy arriba, junto a mí una señora con guantes de plástico también lo observaba.
– Oye, qué pasó aquí, le preguntó riéndose. De pronto tod@s quisimos galletitas saladas? Se las llevaron en un sólo carrito o qué?
– Señora ni se imagina! Se llevaron todo lo que había. Llenaban los carritos hasta el tope con lo que hubiera. Todo empezó con el papel sanitario. La semana pasada. Una locura!
Recorrí el súper. Por diferentes pasillos anunciaban la restricción en las compras de determinados artículos. Para evitar las compras de pánico, advertían. Sólo 2 botellitas de antibacterial por persona, dos paquetes de papel sanitario; en otros artículos se venden 4 o 6 latas y así. Al final de esta crónica encontrarán las fotografías con los productos restringidos. Tranquil@s: el alcohol no está incluído.
La Av. Leones por la que fuí y regresé lucía inusualmente fluida, inclusive para ser domingo. L@s regi@s se han quedado en casa. Han bajado los índices de contaminación, pero seguramente se han incrementado los números en cuanto a violencia familiar. Sé de casos de mujeres maltratadas e inclusive golpeadas. Y también de mujeres que ruegan el coronavirus contagie a sus esposos. No es broma.
En los tiempos de la pandemia con calles semivacías ya no es posible tomar un cafecito después de hacer el súper, las cafeterías de varios supermercados están cerradas. Mesas y sillas se retiraron para evitar la tentación de sentarse a la plática.
Son los tiempos de la pandemia donde revaloramos la salud, la libertad de tránsito, el amor de la familia y l@s amig@s. Hay que estar a la altura. Sin duda estamos haciendo historia y escribiéndola cada día.