AMLO, insiste con terquedad en su política de “abrazos, no balazos”, invocando acciones religiosas mediante sus “detentes”, estampitas que no sirven para nada, porque están poyados únicamente en una fe estrecha y pervertida encausada por curas católicos. Surten el mismo efecto de aquellos dientes de león y yerbas olorosas en medio de humos y cánticos estridentes provocados por chamanes ancestrales de aquí y de otros pueblos lejanos; eso es lo que acostumbra usar nuestro Presidente, además de gritar “¡fucchi caca!” (SIC)
Esa ha sido su manera de actuar contra los criminales que asedian nuestra sociedad y que ha fracasado rotundamente, como era de esperarse; desapareció de un plumazo la Policía Federal que llevaba tres sexenios y trató de formar su significativa Guardia Nacional que nunca llegó a estructurarse como verdadera fuerza policíaca, a cargo del inepto Durazo, quien tampoco llegó a ejercer plenamente su Cargo. Pero, ¿qué podríamos esperar de un Gobierno inútil, que actúa dando golpes de ciego en todos los rubros de la administración? Ahora hace un cambio de 180 grados en su política inicial que pretendía regresar al Ejército a sus cuarteles, algo que fue una de sus principales banderas políticas de su Campaña Electoral.
Recordemos la bochornosa y denigrante -para el Ejército y Marina- Orden Presidencial que dio el cobarde AMLO cuando capturaron al “Chapito” el principal narco existente en el país y que es recordado como el “Culiacanazo”; cuando dijo a jefes militares que fueran a Culiacán a explicar a la Prensa que ellos decidieron soltarlo porque “había muchas vidas en peligro”, algo que le pesará al Régimen todo el Sexenio.
Luego fue a esa tierra a saludar a la madre del famoso “Chapo”. Tras éstas acciones desagradables para el país, vinieron los excesos de algunos pobladores que se burlaban de los soldados, vejándolos, secuestrándolos, decomisándoles sus armas en forma vergonzosa porque tenían (y siguen teniendo) órdenes de no tocar a nadie “ni con el pétalo de una rosa”.
Ahora da marcha atrás a una de sus principales promesas de Campaña, la de sacar al Ejército de las calles porque eran “constantes violadores de los derechos humanos“; nuevamente recula, quizá porque “siente pasos”, además, la pandemia lo agota y desespera; su pasión por estar “en contacto de su pueblo”, además le ha hecho cambiar su bitácora cotidiana.
Su desesperación es tal magnitud que lo ha llevado a renegar de todos y por todo; es ahora un Presidente buscabullas, brabucón, insolente y mordaz que maneja al país de acuerdo a sus impulsos. Olvidando que sus acciones lesionan a la Patria. Un Gobernante debe llevar a cabo acciones para todos, buscando que los mexicanos sean una nación unida, no dividida; sus actos trascienden su personalidad; la prudencia debiera ser su modo de actuar, dejar atrás ideas obsoletas; saber que Gobierna una República Moderna en medio de un Mundo que ha cambiado. Es otra generación la que está en nuestra sociedad, que ha sido creada en medio de grandes progresos tecnológicos e ideas muy distintas a las que se usaban en tiempos de AMLO, cuando era un rebelde consuetudinario y rapaz. ¡Qué lástima me da ésta situación!