“Nunca conoció a sus padres pero siempre fue feliz desde que eclosionó junto a otros hermanos a quienes apenas vio mientras se desplazaban instintivamente a la orilla de la playa.
“Los olores, textura de la arena, colores y todo lo que pudiera almacenar como impronta en su sofisticada memoria, le garantizaría regresar a ese sitio muchos años después para continuar con el inexorable ciclo de la vida.
“Sin más herramientas que sus diminutas aletas y un ímpetu incansable, logran por primera vez llegar a las suaves arenas húmedas y continúan avanzando sobre su torso que pronto es bañado por las tenues ondas espumosas y, enseguida, son rebasadas por el creciente volumen de agua salada y flotan mar adentro. En esta etapa de su recién vida ya sobrevivieron a los primeros depredadores, las gaviotas. Para alejarse de las traicioneras corrientes marinas siguen nadando 24 horas y se activa una especie de brújula biomagnética que les permitirá captar campos electromagnéticos con los cuales perciben una ruta que recordarán lustros más tarde, para retornar al lugar donde eclosionaron.
“Lo que sucede durante su desarrollo y crecimiento es un enigma para la ciencia que no acepta especulaciones; sin embargo, el prodigio de la vida de una tortuga que ha sobrevivido a los dinosaurios, a los cambios climáticos, que aparecieron mucho antes que el homo sapiens, merece velar por su protección y conservación, evitando la destrucción de su hábitat, y desalentando el consumo de esta maravillosa especie”.
-Que interesante reportaje Jack, ¿no crees?
-Claro Dominique, me gustaría ayudar, cuando sea grande quizá estudie biología marina.
Y ambos amigos salieron a jugar al patio sin imaginar que pronto se presentaría la oportunidad de hacer algo a favor de estos longevos seres que recorren los océanos del mundo.
Unos días antes de Semana Santa, el papá de Jack llevó a la casa una tortuga que un amigo pescador le obsequió. Estaba viva y la colocaron en un bote grande de plástico con un poco de agua. Para el jefe de familia ese animal representaba suculentos platillos que podría degustar con distintas recetas gourmet heredadas de sus abuelos; en cambio, cuando Jack vio a la indefensa tortuga que chapoteaba sin ir a ningún sitio, no pudo dejar de sentir pesadumbre al recordar el mundo acuático de donde fue súbitamente despojada.
Jack no entendía que fuera posible sacrificar a ese animal cuando el refrigerador almacenaba carnes de res y de puerco. Tampoco asimilaba que muchas playas fueran acaparadas por turistas sin proteger los nidos de tortuga. Cavilaba sobre estos aspectos cuando su mamá le pidió que llevara la tortuga a la cocina donde el chef esperaba prepararla. Jack era un niño obediente y su primer impulso fue encaminarse mecánicamente hacia el lugar señalado. Miraba a la tortuga y pensaba que tal vez ésta no sospechara la amenaza que se cernía sobre ella, o, quizá si presintiera que su vida corría peligro pero se resignaba a su fatal destino. En eso meditaba cuando sus miradas se cruzaron como flechas que dan en el blanco y Jack supo, por un instante, que en sus manos estaba poder tornar el sino de esta criatura, ya que momentos antes le parecía escuchar una melodía que le rememoraba eventos tristes como cuando terminó el kíndergarten:
“¿A dónde irán las golondrinas…? ”¿Où iront les hirondelles … ?
y sabía que sucedería lo mismo, que a muchos de sus amiguitos ya no los vería más. Las lágrimas y sollozos lo hicieron recapacitar y emprendió una repentina carrera a la playa más cercana. Llegó a la arena mojada y, con cuidado se inclinó, y depositó en ella al animal al tiempo que tiernamente le decía: “Cuídate tortuguita” y observó en silencio como volvía al mar y desaparecía entre el estruendo de las olas.
Cuando los padres de Jack se enteraron de lo sucedido y las razones que expuso, lo comprendieron y lo apoyaron y, al transcurrir los años, estudió lo que quería y viajó por el mundo llevando un mensaje en pro de la conservación del medio ambiente. No estoy seguro pero creo que ese niño se apellidaba Cousteau o algo parecido, y probablemente el descubrir su vocación fue la manera callada en que la tortuguita le agradeció su vida.
28-29 de Septiembre de 2011.
