DALLAS, TX – Voto a voto, tumbo a tumbo Joe Biden echó de la Casa Blanca a Donald Trump, quien se muestra mal perdedor… y llevará por la vía judicial su reclamo.
Se siente un alivio constatar lo que se vino perfilando en los últimos días: el triunfo de Biden, quien se convierte en el nuevo presidente de Estados Unidos. Es un alivio saberlo ganador. Desaparece la molestia de pensar que Trump podía ganar. Se supera la preocupación y aterriza en el ánimo la tranquilidad.
Celebrable a mi juicio por donde se le vea. Ahora, en este momento postelectoral hay mucho por comentar. Lo que se viene: el largo y sinuoso camino hasta enero 20, cuando el hoy presidente electo tomará posesión del cargo.
Entre tanto veremos los berrinches del perdedor, los desplantes del “intruso” en la Casa Blanca -como lo llamó Biden en algún momento de la campaña; veremos su frustración ante lo que enfrenta y lo que tendrá que enfrentar ese entrometido. De entrada, hoy vemos su negación, pero no le queda de otra más que aceptar.
Importa comprender los motivos de casi la mitad del electorado que votó por Trump, indagar sus razones, sondearlos, asomarnos a lo que uno intuye sombrío, pero cuya esencia no se debe interpretar a la ligera. Hay mucho de fondo y está visto que se trata en su mayoría de una derecha arraigada en un nacionalismo trasnochado, anacrónico, que en sus tumbos va embarrando sectores variopintos.
Asimismo, hay que comentar el comportamiento supremacista blanco -esa creencia inveterada en tantos de ellos. Revisar el fervor de los extremistas y el por qué no tiene lugar su asalto a la democracia, como muchos temíamos. Examinar lo que los caracteriza, lo que los ha llevado a esos extremos, y en esto se deriva el repaso del racismo como mal endémico en este país.
He estado leyendo al respecto a raíz de una charla con mi hija Vale en torno a lo anterior y a la reñidísima contienda: el país literalmente dividido. En esa charla hice el comentario de que podríamos parafrasear el título de esa película con Julia Roberts y decir: Estamos viviendo con el enemigo. Pero, ahora que lo repito, el término “enemigo” lleva cierta carga que no hace justicia a la idea. Además, ahora puedo decir que aquí los enemigos -en teoría opositores, adversarios políticos- son individuos -antagonistas- sin ideología (la mayoría) que viven insatisfechos, ignorantes, con un sentimiento de relegación -de parte de sus gobernantes en Washington- que recorre sus filas, sus familias, sus comunidades, sus asociaciones y grupos. Ya lo abordaremos.
También interesante será revisar la historia que protagoniza Kamala Harris, mujer y negra se ha convertido en la primera vicepresidenta de este país… todo lo cual guarda una simbología que puede definir el futuro del país. Hay que ver los retos que tiene Biden por delante a partir del próximo año.
Por principio buscar la unidad de una sociedad fracturada. Salirle al paso a la pandemia atendiendo el fenómeno tras la incapacidad de Trump para hacerlo. Biden también tiene ante sí la grave situación de la economía nacional, la atención a la clase trabajadora, a los inmigrantes, a la educación, a las relaciones exteriores, al cambio climático. En fin, tiene el desafío de recomponer el país averiado que recibe.
Hay pues diversos temas para abordar, pero hoy hay que celebrar el fin del periodo de Trump en la Casa Blanca. Hoy hay que celebrar la victoria de Joe Biden. Hoy veo que el mundo lo celebra. Hoy veo mucha gente saliendo a la calle a celebrarlo.
Personalmente hoy tengo la satisfacción de saber que el comediante ha sido echado de la Casa Blanca. Hoy puedo celebrar que estamos de fiesta porque ganamos. Al ganar Biden ganamos todos. Sí, lo echó. Sí, lo echamos.
Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano. Para comentarios: [email protected].
