Al respecto del comentario de la periodista Sanjuana Martínez derivada de la victoria de Samuel García, nos han encasillados a los regios como lo peor de México. Y sí, tenemos defectos, pero entre todo lo que menciona Sanjuana, me llama la atención el tema de nuestro gusto por la carne asada y le voy a dar mi respuesta:
Oiga, la carnita asada se da en todo México, no nada más en nuestro estado. No se trata de un simple platillo que nos encasille en el clasismo. Se trata de un ritual, de una tradición y una celebración que no requiere gran inversión o cortes finos.
La carnita asada en mi casa fue y no dudo que algún día vuelva a serlo, símbolo de unidad. En torno a una carne asada hemos tenido debates políticos, culturales, jurídicos, paranormales y materno/paternales. Hemos llorado y reído, hemos peleado y nos hemos reconciliado. Hemos festejado la vida y la muerte.
Hablar de que nos gusta la carne asada como un defecto o símbolo de riqueza me parece incongruente. He visitado comunidades en Chiapas y Oaxaca en las que sus pobladores todos los días consumen carne asada, diferente a la de nosotros, pero su costumbre es parecida: alrededor a ese asador o cocina de leña, se narran historias de vida, se manifiestan sueños, anhelos, tristezas, conflictos familiares, festejos y complicidades. La cocina y donde haya alimentos siempre será un punto de reunión.
El asador en mi casa tenía un dueño: mi esposo. Solamente dejaba que yo le ayudara en la parrilla. No le gustaba que nadie más que estuviera en nuestro patio lo hiciera, porque decía que no había mayor satisfacción que ver la cara de gusto con que alguien disfrutaba alimentos preparados por él. Fue por eso que mi hogar se convirtió en el punto de reunión donde todo giraba en torno al asador. Un fin de semana sin prender humo era raro. Se trataba de una actividad que ya teníamos programada y que muchas amistades y familiares llegaron a compartir con nosotros.
Me niego a reconocer que asar carne sea un defecto: cocinar en leña o carbón forma parte de nuestra cultura gastronómica. La comida sabe más rica y volvemos al origen de nuestras raíces. No, los regios no somos mejores ni peores por asar carne asada: nos gusta disfrutar la comida (la obesidad lo demuestra), nos gusta tener excusa para reunirnos; no tenemos las posibilidades económicas para salir a cenar a restaurantes todos los fines, así que resulta más económico juntarte con tus amigos, entre todos cooperar y pasar un buen rato platicando y comiendo. Después de todo, no es pecado.
