Se puede hacer en hora de clase. Durante el partido de futbol. En medio de la misa o del culto de oración. Actualizar el Face, enviar una solicitud de amistad, enojarse por el comentario carrilludo.
Para que nos vean en medio del mar binario. Sentados en el famoso columpio en Holbox. En la parte inferior de la torre Eiffel en Paris Francia. Sin duda en los famosos Tacos Lacho de la calle Zuazua o en las carnitas Chabelo de la ciudad de México, en medio del corazón del barrio bravo de Tepito.
Generar empatía para quienes necesitan del apoyo en tiempos de crisis. Para abrir pedido de productos de belleza. Visitas virtuales al MOMA de Nueva York.
Leer libros por PDF. Conectar canciones de moda con las imágenes en Real de Catorce o en el Tajín. Subir fotos con Rubén Albarrán, Joaquín Hurtado o con los de SOEN afuera del Café Iguana, una noche de lunes, antes de su concierto.
Los nuevos dispositivos móviles son tan poderosos como una laptop o un ordenador de escritorio. Lo puede hacer en segundos. Nada pasa desapercibido en el efecto mariposa de nuestras emociones.
Pero permitir a los internos del Penal o a los menores infractores, en cualquier parte del país, el uso de teléfonos celulares, nos recuerda lo frágil de corromper la justicia y su impartición.