Ningún éxito en la vida justifica el fracaso en la familia.
Recientemente escuché a un señor de edad adulta decir que lo mas importante en la vida era el trabajo, que la familia podía esperar y que el deber del hombre era atender el negocio por encima de la familia. Sus palabras nos impactaron a los presentes y las miradas de asombro por el comentario se hicieron notar; ahí mismo caí en cuenta que la edad no siempre nos da el aprendizaje o la sensibilidad, pero también logré entender algo más: cuando nos aferramos a una idea o creencia, esta nos puede llevar a perder por completo la sensibilidad de lo mas valioso que tenemos en la vida. La Familia.
Aferrarnos a una creencia es estar convencido sobre algo que se considera cierto y no precisamente se relaciona con la realidad sino con el concepto que se tiene de esa idea y las creencias surgen por ideas como: “porque así he sido toda la vida y no pienso cambiar de parecer”, “porque así fueron conmigo mis padres” o por el simple hecho tener la razón. Las creencias en muchas ocasiones llegan a ser tan profundas que nublan las relaciones familiares. El reto es identificar cuales son las creencias que no nos permiten fluir o que repetimos constantemente y que por encima del amor y el respeto a nuestros seres mas cercanos, pueden llegar a distanciarnos ante tal aferramiento.
Nunca es tarde para replantearnos como estamos llevando a cabo nuestras relaciones de pareja o de familia, por ellos y por nosotros mismos siempre valdrá la pena analizar si nuestras ideas están sumando o restando a nuestro entorno. Se que cambiar suena aterrador, salir de nuestra zona más cómoda, salir del modo automático no es lo mas placentero o fácil de llevar a cabo de un día a otro, pero cuando logramos hacer estas modificaciones lo que ganamos no tiene precio porque la familia solo se construye con amor, respeto, dedicación y tiempo, y la vida solo sabe cuanto tiempo nos queda. Nunca es tarde y el resultado siempre valdrá la pena.
Ningún éxito en la vida justifica el fracaso en la familia. Autor de la frase: Fernando Parrado, sobreviviente de los Andes
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