No es ninguna novedad decirlo; Nuevo León es uno de los estados que más recursos aportan a la federación.
La importante diversificación económica resultado de una actividad fabril impulsada desde fines del siglo XIX, a lo que se suma su importante ubicación geográfica avecindada con los EE.UU. y el hecho de estar integrado a la actividad industrial que tiene sus orígenes en el llamado cinturón del óxido norteamericano, el cual encabeza un corredor a lo largo de la costa este del industrioso vecino, han convertido al estado en un polo de desarrollo intenso, que en más de una ocasión ha sido razón de disputa con el centro.
Ciudad de México es una entidad que recaba las aportaciones y que las reintegra de tal manera que a los estados según el signo político con el que se gobierne.
Poco favor nos hace el gobierno federal en materia fiscal.
Los recursos para paliar la crisis vigente del agua, están aquí en el estado, pero la ley dice que deben destinarse a las arcas de la federación y que de ahí dispondrán.
Pero ocurre que no es para lo único que se ocupa. Hay la necesidad de invertir en el combate a la violencia contra la mujer, ampliar los recursos para fortalecer las instancias que resguardan familias en condiciones vulnerables, asignar presupuesto a programas oficiales de salud, algo loable en esta administración es el compromiso por hacer frente a la diseminación del cáncer entre la población, erradicar el hambre y todo aquello que implique mejorar la calidad de vida de los nuevoleoneses.
Pero es en ciudad de México, donde fruncen el ceño cuestionando la asignación de partidas presupuestales.
Nada aceptable la postura del presidente cuándo se le cuestionó por el cierre de guarderías: “Que los cuiden sus abuelos”, respondió, dejando a más de uno con la boca abierta.
Luego vendrían sentencias mayores.
La cancelación del seguro popular, la desaparición del esquema de tiempo completo de las escuelas, el abusó en el uso de recursos para sus programas de corte asistencialista, el aeropuerto Felipe Ángeles o la refinería en Tabasco, la refinería Dos Bocas, además de la adquirida en EE.UU. con la supuesta intención de abatir los escases de hidrocarburos.
Ciertamente, los recursos que la federación asigna, no son suficientes para el estado y es inadmisible que mientras en Nuevo León nos quedamos sin un proyecto que nos garantice el abasto de agua, el gobierno federal opte por dilapidar recursos en caprichos de toda índole para un presidentito con ínfulas de tlatoani.