“Cuanto menos capaz es el político, más egoísta y narcisista es” sentencia el sociólogo estadounidense Richard Sennett.
Le dedico estas líneas, por si las puede entender, a nuestro amado gobernador, el joven Samuel García, quien el domingo, luego de una crítica a su desempeño como funcionario público, me dejó un mensaje en un grupo de Whatsapp que luego abandonó.
Samuel me escribió: “Hablando de ranchos, como dicen en el rancho… MUCHO AYUDA, el que NO ESTORBA @Obed Campos”.
Yo nunca he negado, sino al contrario, reconozco con orgullo que crecí en un rancho, que ahora es una pujante ciudad que sostiene en mucho la economía de la entidad y que se llama Allende, Nuevo León, y señor gobernador, yo estoy para servirle a usted y a la comunidad… La ignorancia es la que nos estorba.
Pero para no aburrirlo, le cuento una anécdota que en su momento mi padre, Don Román Campos, un verdadero hombre de rancho, me repetía cuando andaba yo con las dudas vocacionales.
Papá me decía que en el pueblo había un médico empírico, que era el único que daba servicio a la comunidad de casi toda la región…
Hasta que llegó un muchacho recién salido de la facultad con más humos que los de un camión a Diesel mal afinado.
Cuando el joven recién llegado vio pasar por la plaza al curandero, le gritó a todo pulmón:
“¡Adiós, médico sin título!”
Pero se quedó callado con la contestación:
“¡Adiós, título sin médico!”