Ni de más ni de menos. Nada más lo que es.
El alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, no realizó ninguna hazaña. Sólo cumplió con su deber al denunciar a dos empelados corruptos.
Cumplir con lo que protestó al asumir la responsabilidad de administrar Monterrey, es una acción digna y nada como para echar a volar las campanas.
Debe poner los pies en la tierra. No dejarse llevar por frívolas publicaciones periodísticas que lo llenan de elogios, halagos y adulaciones perniciosas.
Poner a disposición del Fiscal Anticorrupción a los empleados Paulo Juárez Muñoz y Rolando González Castaño, fue su deber y debe darle seguimiento.
El Fiscal Anticorrupción, Javier Garza y Garza, por cierto, hermando de su jefe policial, Alejandro, también tiene el mismo deber de cumplir con su misión.
Y si el alcalde Colosio quiere seguir ganándose el reconocimiento con los regiomontanos, debe seguir con la transparencia y voltear al área de Tránsito.
Ahí “los moches” no son de cientos de miles de pesos como en la Dirección de Ingresos. Ahí es al menudeo, pero “de poquito en poquito se llena el buche”.
En las antialcohólicas no son uno o dos los “centaveados”. Cada fin de semana son cientos de irresponsables que pagan su “mea culpa” con “una mordida”.
Según sus propagandistas, con la separación de esos corruptos colaboradores, se inició una “Operación Limpieza” y ojalá no sea solo “flor de un día”.
No es por desanimarlo de sus ansias de volar más alto en su carrera política, pero para esos vericuetos está muy tierno. No corra si aún no sabe caminar.
El progreso de Monterrey no está solo en ampliar banquetas del centro de la ciudad. La Sultana del Norte, ha perdido prestigio por diminutos alcaldes