Un grupo de expertos de empresas de tecnología y de académicos, identificó al menos cuatro aspectos fundamentales que las instituciones y gobiernos debieran considerar para controlar y regular la inteligencia artificial (IA). Estos son el desarrollo y distribución de tecnología benéfica, armonizar la regulación, asegurar su correcto desarrollo y uso, y administración de los riesgos geopolíticos.
A su vez, especialistas consideran que ya existen ejemplos de marcos regulatorios exitosos de los que se pudiera aprender para replicar metodologías, reglamentos, e instituciones. Entre estos se puede mencionar el acuerdo global de armamento nuclear, que ha evitado su proliferación y enfrentamientos con dichas armas, y además mantiene un continuo monitoreo de potenciales desarrollos.
Las organizaciones que administran el Internet a nivel global es otro ejemplo de un sistema de gobernanza digital, con mecanismos que mantienen su funcionamiento, seguridad y conectividad global. Los expertos también mencionan los distintos lineamientos para la IA que ya existen en algunos países o instituciones, por ejemplo, en las Naciones Unidas, la Unión Europea, la OECD, EUA, y China.
Mi análisis y prospectiva: Actualmente, se puede considerar que el control de la IA está prácticamente en las manos de las grandes empresas de tecnología, y en algunos casos con cierto nivel de intervención por parte de gobiernos. Crear e implementar el nuevo marco regulatorio global de la IA va a requerir no sólo de voluntad política de las autoridades, sino también de la voluntad corporativa de las grandes empresas de tecnología.
Dado que cada país y cada empresa está en la competencia por liderar el desarrollo de la IA más poderosa y utilizada, aceptar límites y regulaciones se vuelve más complejo. Quizá valga la pena procurar lograrlo desde otra perspectiva, comenzando con un objetivo común que no pretenda establecer límites.
La premisa, antes de pasar a discutir y negociar la regulación de la IA, sería lograr un acuerdo global para enfocar las IA’s únicamente o primordialmente en la resolución de los principales retos globales. Por ejemplo, concentrar el desarrollo de las IA’s actuales en encontrar la cura para ciertas enfermedades, o en acelerar la creación de energías más eficientes y renovables, o en multiplicar la producción y hacer más eficiente la distribución de alimentos.
Aunque es una propuesta idealista, el enfoque serviría para, de inicio, dirigir a las IAs en causas de beneficio generalizado, antes de desarrollar la infinidad de funciones que están procurando cubrir. Durante el proceso, los participantes y las instituciones involucradas podrán ir acotando y definiendo las regulaciones adecuadas y necesarias, así como el establecimiento de acuerdos multilaterales y multisectoriales que mantengan la seguridad de la sociedad, mientras las tecnologías siguen evolucionando.
Ante la ausencia de enfoque benéfico común, la competencia será diversificada y hostil, y ante la “anarquía digital”, se verían enfrentados el poder del Estado; es decir, los gobiernos, con el poder fáctico de las grandes empresas de tecnología.