jueves, septiembre 19, 2024
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Monterrey

La Muerte de Eugenio Garza Sada

Como responsable del Comité Coordinador Zonal del Noreste de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), y, por tanto, a cargo del operativo, Jesús Piedra Ibarra (a) “Rafael”, decidió estar ahí, en Luis Quintanar cruz con Jose Ma. Luis Mora, antes del cruce de Quintanar con Villagrán, donde estaban sus compañeros: era necesario que alguien les advirtiera cuando se acercara el Ford Galaxy negro 1969 placas RHK-588 en que siempre viajaba, por la misma ruta y a la misma hora, el empresario Eugenio Garza Sada (EGS), de su casa a Cervecería Cuauhtémoc, empresa de su propiedad, y cuya caseta de entrada al estacionamiento, siempre con guardia, está a 200 mts. del punto señalado para el secuestro.

Como si fuera parte de un mecanismo de relojería, a las 9:05 apareció a la vista de “Rafael” el automóvil negro que bien conocía, y volteando a ver hacia donde se encontraba el resto del comando levantó su mano derecha, gesto que vio repetir a su compañero a la distancia. Al acercarse el auto a la esquina de Villagrán, y dado que había allí un señalamiento de ‘ALTO’, se dispuso a frenar cuando la camioneta pick up celeste avanzó a atravesarse en su camino, a lo lejos vio cómo, casi de inmediato, el chofer empezó a disparar hacia la camioneta, notó cómo su compañero se levantó de la caja de ésta y con la ametralladora disparó ráfagas hacia el auto, mientras el compañero que había repetido su aviso se dirigió disparando hacia la puerta trasera del carro. A partir de ahí, con la distancia, todo fue confuso y solo atinó a salir de prisa hacia donde había dejado el carro en que había llegado y huyó, previendo, como en realidad fue, que el operativo había fallado.

UNA LARGA PLANEACIÓN

Como consecuencia de las acciones represivas del gobierno mexicano hacia diversos movimientos sociales, e inspirados por la triunfante Revolución Cubana, en la década de los 1960’s surgieron en México grupos guerrilleros que buscaban el cambio del sistema económico del país hacia uno del tipo socialista vigente en la época. La fortísima represión al movimiento estudiantil de 1968 agravó la polarización política y avivó a los movimientos armados. Esta política se vio continuada a pesar del cambio de sexenio en 1970, lo que quedó de manifiesto con la masacre de estudiantes el Jueves de Corpus, 10 de junio de 1971, que se manifestaban en apoyo a sus colegas de la entonces Universidad de Nuevo León que luchaban por la autonomía.

Ese año de 1971, se reunieron en Monterrey integrantes de diversas organizaciones guerrilleras, entre ellos Héctor Escamilla Lira, Manuel Saldaña, José Ángel García, José Luis Rhi Sausi, Esthela Ramos Zavala y Raúl Ramos Zavala, quienes discutieron el proyecto de usar el secuestro de capitanes de la industria, con el fin de hacerse de “varios millones de pesos por su rescate” que se utilizarían para los fines de la guerrilla; la investigación primaria se encargó a Héctor Escamilla Lira, pero al avanzar el tiempo, Raúl Ramos, uno de los líderes de “Los Procesos”, al ver avance no se había conseguido ninguna información útil para su planeación, constando únicamente los nombres de Eugenio Garza Sada y Alejandro Garza Lagüera, propuso cambiar el plan por el de asaltos, llamados por ellos ‘expropiaciones’, a los diferentes Bancos, lo que fue aprobado.[1]

Don Eugenio Garza Sada.

Con la filtración de esta información a la Dirección Federal de Seguridad, como queda establecido en el documento fechado el 22 de febrero de 1972[2], Héctor Escamilla Lira fue informante de la DFS, vía Ricardo Condell Gómez, delegado de ésta en Monterrey. Aunque se atribuye a Manuel Saldaña Quiñones ser quien informaba a Condell, éste fue usado como pantalla por Escamilla Lira, como lo demuestra el hecho de que el primer contacto de Saldaña con la DFS, fue en marzo del 1971 con la anuencia de Escamilla Lira[3], de quien dependía; Gustavo Hirales Morán, ex-militante de la LC23S, confirma que Saldaña estaba lejos de ser “un meticuloso informante de la DFS”, en carta de fecha 6 de agosto de 2002 dirigida a Jorge Fernández Meléndez, entonces Director de Milenio Semanal, a raíz de una columna publicada por éste. A partir de esta fecha ninguno de los operativos donde tuvo alguna participación Escamilla Lira fue exitoso, sino que fueron frustrados y/o terminaron con saldo trágico para la guerrilla[4].

El tema del secuestro no volvió a ser tratado sino hasta 1973 con la creación de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Ésta agrupaba las principales agrupaciones guerrilleras de todo el país, en un intento de reorganización después de los duros golpes recibidos por los diferentes grupos en años previos marcadamente en el llamado “invierno trágico” 1971-1972. Las pláticas unificadoras se llevaron a cabo sobre todo en el segundo semestre de ese 1972, promovidas sobre todo por quienes eran conocidos por “Los Procesos”, integrados mayoritariamente por estudiantes católicos radicalizados tanto de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) como del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), este último fundado por EGS.

Formalmente la LC23S quedó constituida la última quincena de marzo de 1973, en Guadalajara, y la Segunda Reunión de la Coordinadora Nacional en julio de mismo año en la misma ciudad. El Buró Político, se reunió nuevamente en agosto de 1973 en Guadalajara, llegando a varios acuerdos, entre ellos el obtener fondos y liberar miembros de la organización que se encontraban presos en diferentes cárceles del país, para lo cual se planteó el secuestro de personas importantes[5].

El plan para secuestrar a EGS “fue asesorado y supervisado por Ignacio Arturo Salas Obregón, principal dirigente de la organización, sin embargo la responsabilidad recayó directamente sobre el Comité Coordinador Zonal del Noreste: José Ángel García Martínez ‘El Gordo’ u ‘Homero’, Héctor Torres González ‘Mario’ y Jesús Piedra Ibarra ‘Rafael’, quienes por decisión de ‘Oseas [sic por ser el apodo de Salas Obregón] fueron reforzados por Héctor Escamilla Lira ‘Víctor’”[6] dada la información previa de éste último como dijimos anteriormente.

A las primeras reuniones de planeación asistían Edmundo Medina Flores, Miguel Torres Enriquez, Hilario Juárez García, Javier Rodríguez Torres, Anselmo Herrera Chávez y otras dos personas de los grupos fusionados, de nombres “Alberto” y “Homero”[7].

“Se procedió a establecer vigilancia para conocer sus costumbres diarias, tanto de la hora de salida de su domicilio como la ruta que seguía hasta llegar a sus oficinas en la cervecería Cuauhtémoc”[8]. El médico Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises” “parado en el crucero que forman las calles de Matamoros y Venustiano Carranza a unas cuadras del domicilio particular de Garza Sada”, posteriormente lo acompañaron en la vigilancia “Elías Orozco Salazar y Edmundo Medina Flores y en esos mismos días del mes de agosto citado conoció a Héctor Escamilla Lira (a) Víctor”.

“Cumplida la primera etapa del plan, a petición de José Ángel García, quien consideraba que Héctor Escamilla Lira por estar “quemado” ponía en riesgo la operación, fue movido de la ciudad de Monterrey al Comité Regional de Tampico”[9].

Conforme se acercaba la fecha elegida, 17 de septiembre de ese año de 1973, se iniciaron los preparativos, tales como la renta y/o acondicionamiento de las diversas casas a las cuales se ‘transplantaría’ el secuestrado en las diversas etapas posteriores al operativo, y la ‘expropiación’ de los vehículos que se utilizarían: “una camioneta marca Ford Pick Up de modelo reciente, pintada de color azul claro, de la cual se apoderaron de la voz [“Dr. Ulises”] y Jesús piedra Ibarra (a) “Rafael” en uno de los estacionamientos del Tecnológico de Monterrey, cercano al estadio y dos automóviles Ford Falcón de los que se apoderaron sus otros compañeros, sin poder especificar quién o quienes en cada caso, habiéndolos tomados de la vía pública en donde se encontraban estacionados, a cuyos vehículos les cambiaron sus placas de circulación por otras que previamente también quitado también a automóviles que estaban estacionados en diferentes lugares de la ciudad”[10].

“Edmundo Medina Flores llevó una camioneta marca Ford, modelo Pick Up con camper, pero el de la voz [Elías Orozco] ignora su procedencia, de color crema; por la misma fecha también llevan al grupo un automóvil marca Ford Falcón modelo 1969 pintado de gris, que al parecer robaron unos compañeros, desconocidos para el declarante, que controla y maneja Miguel Torres Enríquez, mismos compañeros que junto con Anselmo Herrera Chávez por el día 10 del mismo mes de septiembre roban una camioneta marca Ford Pick Up color azul celeste modelo 1969 con caja abierta, a las que les ponen placas también robadas y además variadas en sus letras con pintura de color blanco cuya operación la realiza el propio Anselmo Herrera Chávez”[11].

El domingo 16 de septiembre por la tarde salieron de Nuevo Laredo, donde residían, Hilario Juárez García y Javier Rodríguez Torres, ambos ferrocarrileros, de la Sección 30 del STFRM de Nuevo Laredo, Tamaulipas, miembros del grupo “Los Macías” de ascendencia espartaquista, integrado a la LC23S, para participar en el operativo.

“El domingo 16 el de la voz [Elías Orozco] se volvió a citar con Medina Flores para el mismo chequeo y saber si ya se habían revisado los vehículos, para estar seguros de su buen funcionamiento y la noche del domingo la pasó con Aída Garza, “Alberto” y “Homero” en la casa de las calles de abril [Calle Abril 223, Col. Industrias del Poniente, Santa Catarina, N.L.] descansando y calmando los nervios”[12].

LOS HECHOS “En la mañana del 17 de septiembre indicado el dicente [Miguel Ángel Torres, (a) “Dr. Ulises”] se reunió a las ocho horas con Edmundo Medina Flores en la esquina que forman las calles de Arteaga y Simón Bolívar llevando una pistola calibre 38 súper, y este otra pistola al parecer calibre 45, y de ese lugar, a bordo de uno de los automóviles Ford Falcón robado, se trasladaron hasta una calle distante cuatro cuadras poco más o menos del lugar de los hechos, en donde la dejaron estacionada y se fueron caminando hasta la esquina de Villagrán y Luis Quintanar”[13].

La distribución acordada y llevada a cabo fue: “Se acordó la distribución de los participantes en el hecho en la siguiente forma: Hilario [Juárez García] y el declarante [Elías Orozco] viajaron en la camioneta pick up abierta, pintada de azul celeste, que debían estacionar en la esquina noreste, en espera de la proximidad del automóvil señor Garza Sada, para interceptarlo antes de rebasar es el lado de la calle; Edmundo [Medina Flores] y Miguel [Ángel Torres] deberían ubicarse a pie en la esquina en donde se encuentra el disco que marca el alto [es decir la esquina suroeste] y Javier y Anselmo en la esquina de frente o sea la sureste”[14], “mientras que Jesus Piedra, Ibarra a una cuadra de distancia, tenía como misión observar y prevenir en su caso la proximidad de alguna autoridad policiaca, que desde luego debería evitar o tratar de evitar su intervención”[15].

Ese lunes 17, Elías Orozco, “Alberto” y “Homero” se habían levantado “a las siete de la mañana, hora en que llegó Miguel Torres, y salieron a recoger la camioneta Pick Up con camper para dirigirse al centro de la ciudad, bajándose el declarante [Elías Orozco] en la esquina de Bernardo Reyes y Colón, para ir a buscar a Hilario Juárez en la misma calle de Bernardo Reyes y Victoria, a donde llegó este último y juntos se fueron caminando hasta la esquina de las calles de Simón Bolívar y Sayula en la que habían dejado estacionada la otra camioneta, de color azul celeste, que como ya dijo, era la destinada para la intercepción y en ese vehículo se dirigieron a las calles de Villagrán y la estacionaron en la esquina suroeste [sic por ‘noroeste’]; que pasados unos cinco minutos de haberse estacionado en ese lugar, llegaron Javier y Anselmo que como ya está dicho su ubicaron parados en esquina sureste, inmediatamente después llegaron caminando también Edmundo y Miguel y separaron en la esquina suroeste debajo del disco de alto obligatorio, esquina en la que existe un depósito de hielo”[16].

Cada uno portaba un arma, “Medina Flores portaba además una metralleta M1, que ocultaba dentro de una bolsa de papel”[17]. “Miguel lleva una pistola Browning calibre 9 mm; Anselmo portaba una calibre 45 escuadra, Javier una pistola Browning 9 mm; Hilario una 38 Super y el declarante otra marca Browning 9 mm”[18].

El vehículo en el que viajaba Don Eugenio tras el atentado.

“Que al aproximarse el automóvil en el que viajaba el señor Garza Sada con su chofer y el otro acompañante circulando sobre la calle de Luis Quintanar de poniente a oriente, conforme a los planes trazados, al tratar de desembocar en las calles de Villagrán, Hilario Juárez García puso en movimiento la camioneta de norte a sur y la atravesó bloqueando el paso del automóvil en el que iba Garza Sada, y casi de inmediato el chofer de éste comenzó a disparar una pistola. Elías Orozco Salazar desde arriba de la caja de la camioneta le hizo varios disparos al mismo tiempo que el declarante [Miguel Ángel Torres] también accionó la pistola que llevaba dirigiendo sus disparos hacia el individuo que viajaba en el asiento posterior del automóvil Ford Galaxy en el que iba también Garza Sada”[19].

Según declara Elías Orozco, el chofer, “en forma muy violenta empujó al señor Garza Sada hacia debajo del tablero y al mismo tiempo disparó una pistola hacia la portezuela derecha”[20].

Elías Orozco declara en 1973 que “sólo vio hacerlo [disparar] a Edmundo, Miguel y el chofer de Garza Sada y en lo personal, desde la caja de la camioneta, hizo tres disparos sobre el automóvil con dirección el chofer, pero como éste seguía disparando saltó de la camioneta al suelo, y a la altura de la atleta de la portezuela izquierda, hizo otros seis disparos sobre el mismo chofer hasta verlo que flexionó el cuerpo y se aflojó”.

El 25 de septiembre de 2018, HORA CERO, en su segunda edición[21], publica en una entrevista con Elías Orozco: “El que disparó el tiro mortal contra don Eugenio fue el guardia -asevera pausadamente Elías, quizás cansado de la acusación recurrente-. Lamentablemente, en el cruce de disparos de los propios escoltas, en el cruce de disparos de los propios escoltas, el señor recibió un balazo. Él iba adelante, uno de los guardias lo protege, y en el cruce de balazos, resulta herido. Después supimos que el mismo don Eugenio había dicho que no dejaran que lo secuestraran, por nada y los guardias tenían instrucciones de que resistieran hasta el último, aunque ello le costara la vida”. “El tiro le cruzó el tórax de banda, de arriba abajo, de derecha a izquierda. El chofer iba ya moribundo cuando aventó a don Eugenio abajo del tablero y el señor quedó muerto ahí, de frente al asiento. Los dos guardias murieron en la refriega. Nos quisieron echar la culpa para efectos de mayor castigo. Pero para saber la verdad, ya es cuestión de un peritaje, algo técnico, pero en ese tiempo las autoridades se negaron a hacer eso”.

Respecto a su seguridad, su primo segundo Antonio Elosúa Muguerza en entrevista con Daniel de la Fuente publicada el 17 de septiembre de 2013, dice: «Cuando ya las cosas empezaron a ponerse feas, aceptó el chofer y el escolta, aunque traía un arma en la guantera. Decía ‘a mí no me agarran vivo'»[22].

Aunque los periódicos del mismo día y el siguiente, solo hablan que EGS recibió “un impacto de bala en el costado derecho”, el periódico El Porvenir en su edición del 18 de septiembre[23] da detalles: “Don Eugenio tenía un orificio de entrada de un proyectil probablemente de calibre 9 milímetros en el lado izquierdo del tórax con orificio de salida en el derecho, que lesionaron corazón e hígado”. Para esta trayectoria, la única opción sería que la bala proviniera del arma del propio chofer de Garza Sada en alguno de los disparos que hizo “hacia la portezuela derecha”, como se dijo antes.

Por lo demás, el mismo periódico informa, coincidentemente con el resto, que “Bernardo Chapa P. tenía 17 orificios de entrada y salida de proyectiles en diversas partes del cuerpo”, cantidad que se justifica al ser víctima de los disparos de la ametralladora de Medina Flores así como la pistola de Orozco. “Modesto Torres B. cinco impactos” señala la nota.

“A consecuencia de los disparos que mutuamente se hicieron resultaron muertos Herrera Chávez, Rodríguez Torres, los dos acompañantes de Garza Sada y éste; y también sufrió lesiones en el hombro izquierdo el declarante [“Dr. Ulises”], con orificio de entrada en la cara anterior y salida en la parte posterior, pero en forma muy superficial, sin interesar ni un órgano ni hueso, por lo que a pesar de esa herida, y sin darse cuenta de la gravedad del señor Garza Sada, el mismo declarante, auxiliado por Elías Orozco Salazar, trataron de sacar de su automóvil al señor Garza Sada que no opuso resistencia[24]

En la multicitada Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”, se agrega que EGS “inclusive logró apoderarse de un revólver que llevaba en la cajuela de guantes del automóvil, por lo que tanto el dicente [Miguel Ángel Torres] como Orozco Salazar hicieron nuevos disparos al cuerpo de este señor, no pudiendo precisar quién lo haya lesionado directamente, y en tal circunstancias optaron por dejarlo”[25], lo que es a todas luces falto a la verdad, toda vez que EGS sólo presentaba un impacto de bala, situación ya conocida por las autoridades, por lo que la interpolación de este texto dejaría entrever otra intención.

Respecto a la pistola que EGS cargaba siempre en su cajuela de guantes, Elías Orozco “aclara que cuando cargo el cuerpo del señor Garza Sada el declarante dicho señor tenía una pistola escuadra en la mano derecha a nivel de la cintura de la cual se apoderó de inmediato y la tiró hacia atrás sin poder determinar si cayó en la calle o sobre la banqueta”[26], lo cual implica que había sacado dicha pistola de la guantera y la traía en la mano, antes de ser empujado hacia abajo por su chofer.

El informe[27] policiaco de la inspección ocular al llegar al lugar de los hechos señalan que, en el carro de EGS, “se encontraron en el en el piso del lado interior delantero derecho un revólver Smith Wesson calibre 38 propiedad de don Eugenio Garza Sada sin haber sido disparada y con todos sus cartuchos hábiles en el cilindro”, lo cual no corresponde a lo declarado por Orozco.

En el mismo informe, se establece que “en la puerta del lado derecho presenta otro impacto producido al parecer por proyectil de arma de fuego”, además que “se hace notar que algunos orificios de los que se acaban de describir presentan bordes invertidos y otros bordes evertidos”[28], sin precisar cuáles, por lo que no es posible saber si el impacto era de entrada o de salida, pero dado que solo dispararon Edmundo Medina, Miguel Ángel Torres, Elías Orozco, todos del lado izquierdo o atrás del automóvil y el chofer y el escolta de Garza Sada, no así ni Javier Rodríguez Torres ni Anselmo Herrera Chávez, que eran los que se encontraban del lado derecho y se aproximaron a la puerta donde se hallaba EGS, el disparo que lo impactó solo pudo venir del lado izquierdo y por tanto, el que se apreció en la puerta.

En el caso del Chofer Bernardo Chapa Pérez, de 33 años, ya anotamos que es quien, al ver que la camioneta celeste había avanzado intencionalmente a cerrarle el paso, empezó a disparar, y cuyo cadáver presentaba 17 balazos, éstos se explican tanto por los disparos de matralleta como por los de pistola recibidos, el informe policial reporta que el “vidrio delantero presenta tres orificios con estrelladura producidos al parecer por proyectil de arma de fuego, una abolladura situada aproximadamente al centro del cofre del motor, otra abolladura más en el bisel superior y aproximadamente a la mitad del mismo”[29] que corresponden a los primeros balazos recibidos, además de “los vidrios de las ventanillas de lado izquierdo completamente destrozados”[30] por el remate con metralleta recibido.

Una multitud rodeó el Ford en el que fue emboscado Don Eugenio.

En la parte trasera, donde viajaba Modesto Torres Briones, de 43 años, tenemos “el vidrio posterior completamente destrozado, apreciándose en los restos del vidrio, un orificio producido al parecer por proyectil de arma de fuego de aproximadamente dos y medio centímetros de diámetro, en el lado izquierdo en la parte que está abajo la puerta, un orificio al parecer producido por proyectil de arma de fuego, la parte de carrocería que está abajo de la ventanilla posterior un orificio producido por proyectil de arma de fuego”[31], “la puerta del lado derecho presenta otro impacto producido al parecer por proyectil de arma de fuego, en la parte de la carrocería que está situada abajo de la ventanilla posterior del mismo lado presenta cinco impactos producidos al parecer por proyectil de arma de fuego, en la parte superior posterior de la ventanilla del lado derecho dos abolladuras al parecer producidas por proyectil de arma de fuego que no alcanzaron a salir”[32].” “En el asiento posterior en el lado izquierdo, y precisamente en el respaldo, un orificio producido al parecer por arma de fuego; en la parte de tapicería y vestiduras que se encuentra arriba del asiento posterior del lado derecho, se aprecian cinco orificios producidos, al parecer, por proyectil de arma de fuego; en la paste parte posterior y sobre el asiento se aprecian dos orificios producidos también al parecer por arma de fuego”[33], éstos últimos muy seguramente disparos producidos por Edmundo Medina y Miguel Ángel Torres que quedaron atrás del carro de EGS. Al llegar posteriormente la Cruz roja, Modesto aún presentaba signos vitales, fue llevado primero al Hospital Muguerza junto con Garza Sada y luego al Hospital Universitario donde murió alrededor de cuatro horas después de recibidos los disparos.

En la balacera murieron dos integrantes del comando guerrillero: Javier Rodríguez Torres, Anselmo Herrera Chávez, quienes originalmente eran los encargados de sacar al empresario del carro para subirlo a la camioneta y llevarlo en cautiverio. El primero de ellos “presentaba una herida en el hombro izquierdo y cinco en la cabeza”, mientras que el segundo “presentaba un balazo en el hombro derecho y otro en la cabeza”[34] en las fotografías publicadas en el periódico El Norte[35] se puede observar que el disparo de la cabeza fue arriba de la nariz entre las dos cejas, ligeramente cargado a la ceja izquierda, lo que denota el disparo de un profesional, muy probablemente Modesto Torres. Las heridas en diferentes hombros, y dado el ángulo en el cual se acercaron en pareja al automóvil (aproximadamente 45° caminando hacia dirección noroeste) indica que ésta fueron hechas por diferentes armas con diferente ángulo, consistente con dos tiradores, uno en la parte delantera y otro en la parte trasera del auto. No se dispone de información de los disparos en la cabeza de Rodríguez.

“Hilario avanzó un poco si adelante hasta dejar la caja de la camioneta a la altura del lugar en donde estaban los cadáveres de sus compañeros”[36]. “Entre Elías Orozco y Medina Flores, ayudados por el de la voz [Miguel Ángel Flores], subieron los cadáveres de sus compañeros a la caja de la camioneta”[37], Elías Orozco “jaló del interior del automóvil el cuerpo del señor Garza Sada, cargándolo poniéndole un brazo en las corvas y otro por la espalda, así se dio cuenta que estaba vivo, como en ese mismo acto el señor Garza Sada se desvaneció y al mismo tiempo Edmundo y Miguel le gritaron al que habla [Orozco]: “¡Ya vámonos!”, dejó al señor Garza Sada junto a la puerta del automóvil sobre el pavimento, pero en ese momento el automóvil comienza a deslizarse por inercia en dirección a la esquina contraria, no pudiendo apreciar más porque en ese momento ya se arrancaron”[38], para ello Miguel Ángel pasó “a la cabina en la misma [camioneta] y se arrancaron con destino al sitio en donde habían dejado el automóvil Ford Falcón, y que pasaron los cadáveres y todos los nombrados con excepción de Piedra Ibarra, que no los acompañó en esa huida, sino que por sus propios medios se retiró del lugar de los hechos”[39].

“Al huir circularon una cuadra sobre las calles de Villagrán hasta las de Gral. Anaya poniente, hasta tomar la de Bernardo Reyes; dieron vuelta al sur, en J. Echeverría vuelta al poniente hasta las calles de Lima y J.J. Corro, en donde […] se encontraba estacionado el automóvil Ford Falcón, manejando la camioneta Hilario y en la caja se fueron Miguel, Edmundo y el declarante [Orozco] llevando los cadáveres de Javier y Anselmo, los que pasaron el automóvil Ford Falcón al llegar a este, y una vez hecho el transplante se puso al volante Edmundo; subieron al asiento delantero el cadáver de Javier que colocaron en medio, y al lado derecho del mismo asiento iba de la voz [Elías Orozco] y en el asiento posterior colocaron el cadáver de Anselmo en medio, y en los lados Hilario y Miguel; que de las calles de Lima siguieron circulando hasta tomar las de Miguel Nieto, y al llegar a la avenida Colón en la que dieron vuelta al poniente hasta las de Urdiales, después continuaron al sureste hasta Patricio Milmo, siguiendo al sureste a la terminación de la prolongación Aramberri, atrás del Panteón del Carmen, en donde dejan el automóvil Falcon con los cadáveres de sus compañeros muertos, aclarando que, antes de llegar a ese lugar, Hilario se bajó del carro Falcón y se fue a su domicilio; que una vez en la camioneta pick up con camper de color crema, regresaron a Patricio Milmo con rumbo al sureste, dieron vuelta en Washington hasta Carranza, voltearon al sur por Constitución hasta San Jerónimo, y de ahí al poblado de La Fama, en donde los esperaba “Homero” con el automóvil Dodge Dart; hicieron un nuevo transplante a este último vehículo y tome el volante el declarante [Orozco] acompañado de Edmundo Medina y Miguel Torres, en tanto que “Alberto” y “Homero” se llevan la camioneta con instrucciones de dejarla en la Colonia del Valle; que el dicente tomó el rumbo que pasa detrás de las fábricas Malla-Acero y otras, hasta llegar a la colonia Industrias Poniente por la parte sur, y una vez de la casa de abril 223 bajan todos y procede de inmediato cambiarse la ropa manchadas de sangre, en la inteligencia de que en el Ford Falcón habían llevado prevista una ropa para cambiarse al huir, con objeto de variar su indumentaria, pero con las prisas por lo ocurrido, esa bolsa de ropa la dejaron en el mismo automóvil, contándose entre estas una gorra de lona camuflada”[40].

“Que una vez en la casa de Abril [223], Miguel Torres ayudado por el declarante [Elías Orozco], Edmundo y Aída Garza, se curó la herida del hombro izquierdo, y se aplicó suero para contrarrestar la pérdida de sangre; que como a las 11 horas del mismo día el dicente salió de la casa en el automóvil Dodge Dart y se dirigió a la plaza Buenos Aires, en donde ya tenía cita con Hilario, al que recogió y condujo a la casa de las calles de Abril, y después de dejarlo volvió al centro acompañado de “Homero”, estacionaron el automóvil y después los recogió “Homero”; continúa caminando el que habla [Orozco] para tratar de conocer las pesquisas que realizaba la policía, y como a las cuatro de la tarde vuelve a la casa en la que se encuentra a Hilario, sumamente nervioso, y como éste se empeña en irse fuera de Monterrey, por la noche lo llevan en el mismo automóvil Dodge Dart hasta Villa de Santiago, y ahí lo dejan para que se vaya en autobús a Tula Tamaulipas en donde radica su hermano Eladio Juárez García; y como a las 48 horas se dio la noticia de que había sido detenido, abandonan la casa de Abril y se cambian a las calles de Jesús M. Garza número 3822 […] en la colonia de Fierro, que ya habían rentado rentado con anterioridad en las que se quedan solamente “Homero” Miguel y el de la voz en tanto que el mundo se dirige a su casa en la colonia López Mateos rumbo a Santa Catarina y Aída Garza se va con rumbo desconocido”[41].

LA PESQUISA Y PERSECUCIÓN

Eran las 9:35 cuando llegó la policía al lugar de los hechos, es de suponerse que debió ser avisada por los guardias de la caseta de vigilancia del estacionamiento que se encuentra a 200 mts de distancia y que debieron haber oído la gran cantidad de detonaciones, así como ver, a la distancia, el vehículo que debió serles conocido. Los agentes, al llegar, dieron aviso a todas las corporaciones policiacas y se desató una búsqueda por toda la ciudad para rastrear a quienes habían perpetrado lo que ellos, en ese momento, identificaron como “atraco”. Pronto fueron hallándose los vehículos abandonados y con manchas de sangre; eran las 10 A.M. cuando fue hallado el “automóvil gris Falcón marca Ford con una franja negra modelo 1969 sin placas y con calcomanía de revisado destruida” […] “estacionado con el motor apagado y dos cadáveres en el interior del mismo automóvil”[42]. Los cadáveres fueron trasladados a la morgue del Hospital Universitario, donde, al ser revisados, se le encontró a uno de ellos un anillo de matrimonio con el nombre de la esposa y la fecha de la boda.

Las primeras fuentes que buscaron para identificar los participantes, ya señalados como guerrilleros al conocer la identidad de la víctima principal, fue acudir a quienes tenían a la mano: Gustavo Hirales Morán, preso desde hacía una semana en el Penal de Topo Chico, quien dijo desconocer los hechos y solo saber de los planes de 1971[43], y Héctor Escamilla Lira quien, como ya hemos dicho, estaba entonces en Tampico y era informante. Escamilla Lira fue contactado en su domicilio aproximadamente a la 11:30 A.M. del mismo día y dijo, obviamente, desconocer los hechos recientes, pero dio pistas sobre el equipo de planeación en que había participado[44].

Con estos últimos datos y el anillo de matrimonio, la policía pidieron auxilio a sus colegas de Nuevo Laredo y la mañana del día 18 a la esposa de Javier Rodríguez Torres, quien trasladada a Monterrey, identificó su cadáver. Además, interrogatorio de por medio, dio datos de Hilario Juárez García como acompañante de su marido al viajar el día 16 a esta ciudad. Con estos datos, se hizo traer a la esposa de Juárez, quien negó que su cónyuge fuera el otro muerto cuando le fue mostrado el cadáver[45].

Cuando la esposa de Rodríguez identificó el cadáver de éste, fue entregada a Miguel Nazar Haro, el temido investigador de la DFS, y el cuerpo fue sacado del Hospital Universitario y llevado al Penal para ser identificado también por los guerrilleros ahí presos. La mujer fue interrogada bajo tortura sicológica, que además fue grabada, por Nazar Haro y Carlos G. Solana, entonces Jefe de la Policía Judicial del Estado. Ella y los familiares de Rodríguez fueron trasladados a las instalaciones militares y ahí retenidos durante varios días, mismos en los que fueron sometidos a torturas, consistentes en privarlos de comida y sueño durante varios días, golpes y toques eléctricos, simulacros de fusilamiento, ahogamiento por inmersión de la cabeza en un recipiente o pileta con agua. Luego fue trasladada a un rancho en El Uro, donde personalmente Nazar Haro, en presencia de Ricardo Condell Gómez y el agente Hugo Cárdenas Valdez. Durante su detención, el 21 de septiembre fue presentada ante la televisión nacional en el noticiero ’24 horas’, mojada y con visibles huellas de tortura para que fuera ‘entrevistada’ por el conductor Jacobo Zabludovsky[46]. Su detención, interrogatorios y torturas duraron casi mes y medio.

Ese mismo día 21 de septiembre, fue presentada a los medios, en condiciones similares, la espoa de Hilario Juárez, quien, “casi a gritos, presa de angustia”, decía ante los periodistas: “Hilario. Entrégate. Es por tu tranquilidad, por el bien de todos; por tus hijos que sufren; por tu vida, porque te matarán los mismos que te llevaron a este crimen” […] “piensa que los mismos que te metieron en este lío, pueden matarte como lo hicieron con Javier”. Así mismo fue obligada a declarar que tanto a ella como a su comadre “la policía las ha tratado bien, les ha dado de comer” […] “tienen un cuarto de hotel donde son protegidas por agentes de la policía”.[47].

El día 27 de septiembre, Solano dijo al periódico El Porvenir que Hilario Juárez había hablado el día anterior a las 22:35 hrs. por teléfono, diciendo que se iba a entregar, pidiendo hablar con su esposa y con Ernesto Vázquez Lagunes (sic por Laguna), cosa que se le había concedido, y que él mismo había hablado con él, revelándole éste detalles del comando y el operativo. Pero que finalmente Hilario no había acudido al lugar acordado para entregarse[48].

Contrastando los datos ‘revelados’ al periódico con la información que ahora poseemos, es obvio que es totalmente falso el hecho de la llamada. Los datos supuestamente obtenidos de tal conversación telefónica, coinciden más bien con los consignados en el ‘Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes’ de fecha 25 de septiembre.

Las primeras pesquisas las dirigió el grupo investigador los llevaron al grupo de Nuevo Laredo, concluyendo que “la organización de la Liga Leninista Espartaco es responsable intelectual y material del homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes”, señalan como participantes en los hechos a Edmundo Medina Flores como responsable del comando, Juan Corral, Hilario Juárez García, Javier Rodríguez Torres, identificado como uno de los muertos y Hernando Martínez, el otro de los cadáveres[49]. Como puede verse, si bien tenían los nombres de Edmundo e Hilario, el resto de la información era totalmente errada, lo que puede atribuirse a la prisa en encontrar a los culpables dada la presión, cada vez mayor, del grupo empresarial de Monterrey.

El fallido desenlace del intento de secuestro de EGS hizo que el Buró Político decidiera llevar a cabo una reunión de carácter militar donde estuvieran representados todos los Comités Zonales, a fin de discutir la estrategia. La reunión se inició el 5 de octubre en una de las cabañas de Popo Park, Hotel “Los Volcanes” ubicado en el km. 66.5, carretera Mexico-Cuautla en Amecameca, Estado de México, con la asistencia de 16 miembros de los comités, entre los que se encontraba Elías Orozco Salazar. Dos días después, el 7 de octubre, se dieron cuenta que la policía los vigilaba desde otra de las cabañas, esa noche intentaron escapar pero fueron descubiertos y se dio un enfrentamiento a balazos donde murieron un guerrillero y un agente, y fue atrapado Elías Orozco Salazar[50]. Fue en el interrogatorio de éste que por fin tuvieron información verídica de lo sucedido el 17 de septiembre, y se inició la cacería de los participantes.

A pesar de los dos recientes fracasos, la Dirección Nacional de la LC23S aprobó el doble secuestro planeado por el Comité Occidente en la ciudad de Guadalajara, y así, el 10 de octubre fueron secuestrados simultáneamente el industrial Luis Fernando Aranguren Castiello y el cónsul inglés Duncan Williams. Aunque el secuestro pudo llevarse a cabo exitosamente, el gobierno, presionado ya no solo por el empresariado regio sino también por el tapatío, se cerró a cualquier negociación: el Comité local tomó la decisión de liberar al diplomático y la ejecutar al empresario[51].

Mientras tanto el comité local de Monterrey continuó con las acciones, y el 4 de noviembre efectuó un asalto/expropiación a la tienda “Autodescuento Tecnólogico” de Monterrey en la entonces Av. Tecnológico (hoy Eugenio Garza Sada) no. 699, Col. Florida. El comando estaba a cargo de Edmundo Medina Flores, ya para entonces siendo buscado por la muerte de EGS, y participó, entre otros Jesús Piedra Ibarra[52], otro de los involucrados, aunque entonces la policía no contaba con su nombre como participante en el hecho del día 17 de septiembre.

Las diferentes corporaciones policiacas iniciaron una serie de redadas, con lo que descubrieron 2 casas de seguridad, aprehendió a 4 guerrilleros, y decomisó propaganda y los mimeógrafos con los que ésta se elaboraba. En los días siguientes un comando, entre los que se encontraban Edmundo Medina y Piedra Ibarra, ‘expropió’ siete mimeógrafos y veinte máquinas de escribir, además de tinta, papel, esténciles y otros materiales de impresión de la escuela ‘Lic. Jaime Torres Bodet’, ubicada también sobre la misma Av. Tecnológico, en su cruce con la calle de Quito en la Col. Altavista[53].

Con el intenso patrullaje que estas acciones provocaron, el 25 de noviembre, aproximadamente a las 22:00 hrs. unos patrulleros que realizaban un rondín, al ver estacionado en la esquina de Av. V. Carranza y Lombardini, un automóvil Ford Galaxie 500 de reciente modelo, haciéndoseles sospechiso por siendo una zona popular frente a la vía del ferrocarril, pidieron a sus dos ocupantes sus identificaciones, y estos, en lugar de proporcionarlas, les dispararon hiriendo a uno de ellos en un muslo, dándose a la fuga rumbo al centro de la ciudad donde abandonaron la unidad y abordaron una camioneta Pick Up marca Chevrolet, que minutos después fue vista sobre la Av. Tecnológico a la altura Col. Contry Club. Al ser perseguidos se enfrentaron a balazos con dos “guardianes del orden”, dando muerte a unos de ellos, lo que posibilitó su escape[54].

No le fue difícil a la Policía Judicial del estado identificar le Ford Galaxy, ya que al serle tomadas las placas (RJA-965) éstas estaban a nombre del Dr. Jesús Piedra Rosales, padre de Jesús Piedra Ibarra, cuyo domicilio se encuentra en la Col. Altavista. Al allanar su casa se encontró diversa papelería, dinero y evidencias que ligaban indiscutiblemente Piedra Ibarra como miembro de la LC23S[55]. Durante dicho allanamiento, por los golpes recibidos, el Dr. Piedra Rosales resultó con daños en la columna vertebral, que a la postre le causaron quedar en silla de ruedas.

Cabe hacer notar, que, además de haber Piedra Ibarra usado el automóvil familiar, los hechos anteriormente descritos ocurrieron a 1.7 km. al norte de su casa, el asalto a la tienda, a 320 mts. al sur, la escuela y 1.3 km. al sur, el enfrentamiento y muerte del agente, además que la Pick Uo celeste que interceptó el carro de EGS había sido robada del estacionamiento del Tecnológico a 400 mts. al noreste. A partir de este momento se intensificó la persecución de éste, al tener la policía convicción de que pertenecía a la dirigencia de la LC23S[56].

“El 30 de enero de 1974 fueron detenidos en Mazatlán, Salvador Corral García “Roberto” y José Ignacio Olivares Torres “El Sebas”. Trasladados por la DFS a la ciudad de México, donde después de ser torturados para “sacarles” información sobre la Organización, fueron ejecutados”[57]. A Corral se le responsabilizaba de ser el autor intelectual del fallido secuestro y muerte de EGS, asumiendo su identificación con el “Juan Corral” mencionado en las conclusiones del informe policial. Obviamente se trataba de un “falso positivo”. A Olivares se le atribuía la autoría intelectual de la ejecución del empresario Aranguren.

El cadáver de Salvador Corral García “Roberto”, según reporte de la prensa, “estaba recostado sobre el lado izquierdo, tenía las piernas semiflexionadas, con rigidez y con un pedazo de sábana sobre el tobillo derecho, dando la impresión de que estaba sentado en una silla cuando recibió el disparo mortal en la cabeza. Una venda elástica le envolvía la mitad de la cara, tapándole completamente la vista, y tenía los orificios de entrada y salida del proyectil, por lo que se deduce que cuando recibió el balazo estaba completamente indefenso. Además el cuerpo presentaba fractura de costillas y estaba cubierto con una colchoneta y cerca de él se encontraron dos cobijas y una bolsa de plástico”[58]. El cuerpo fue encontrado casualmente por un albañil en un llano de la colonia Fuentes del Valle, cerca del domicilio de los Garza Lagüera.

Miguel Ángel Torres, que había resultado herido en un hombro en los hechos del 17 de septiembre, permaneció en la casa de seguridad de la calle Abril 223 una semana, después fue llevado a la casa en la Col. Fierro, donde permaneció un mes hasta terminar de curar su herida, pero como para entonces ya habían sido detenidos varios compañeros, entre ellos Elías Orozco, cambió su ubicación a una casa de la colonia Linda Vista; un mes después se cambiaron a una casa en la Col. Las Américas donde permaneció dos meses. De ahí paso a rentar una casa en la Col. Terminal con un nombre falso. En marzo de 1974 Edmundo le hizo saber de la necesidad de la organización e hacerse de dinero, por lo que decidieron realizar una ‘expropiación’ al Banco Regional del Norte de la Calle Hidalgo, esquina con 20 de Noviembre en la Col. Obispado, así como a la tienda “Autodescuento” contigua a éste[59].

El doble asalto resultó fallido ya que llegaron dos patrulleros de Protección Ciudadana  enfrentándose a balazos, muriendo los dos policías y resultando Miguel Ángel herido del tobillo izquierdo, teniendo que huir sin lograr su objetivo, antes de que llegaran más patrullas[60]. Además de Miguel Ángel participaron en los hechos Jesús Piedra Ibarra y dos guerrilleros más[61].

Después del frustrado asalto, vivió unos meses en la casa de un compañero, intentando curarse él mismo, después, aproximadamente en agosto se pasaron a otra casa, ésta en la Col. 21 de Enero donde también vivía Jesús Piedra Ibarra en compañía de su pareja. Los primeros días de octubre fue cambiado a una casa al costado del Panteón Municipal del Roble, permaneciendo ahí hasta inicios de diciembre[62].

Dada su situación de salud por le herida mal curada del tobillo, Miguel Ángel pidió permiso a través de Edmundo Medina, a la dirigencia colectiva, entre la que se encontraba Jesús Piedra Ibarra, para viajar a la Ciudad de México y buscar asilo en alguna sede diplomática. El permiso le fue concedido con la aclaración que implicaba su separación de la organización[63].

Miguel Ángel se puso en contacto con un hermano a fin de pedirle ayuda, este hermano consiguió un automóvil prestado que lo trasladó a Saltillo, donde lo esperaba otro de sus hermanos. Para el viaje, miembros de la organización le facilitaron dinero y un arma. El viaje se levó a cabo sin contratiempos y en la Cd. de México, a donde llegaron el día 3 de diciembre, se alojaron en un hotel cercano a la Carpa México. Al día siguiente recorrieron las ubicaciones de varias embajadas, sin entrar a ninguna de ellas[64].

Como a las 13:30 horas llegó a la Embajada de Francia, donde, después de varias preguntas e indicaciones, pudo reunirse con el Vicecónsul, a quien le manifestó sus intenciones de asilarse además de pedirle ayuda médica. Al negarle el trámite el funcionario, Miguel Ángel le hizo saber de su urgencia y al intentar éste salir del despacho, éste se lo impidió mostrándole el arma. El Vicecónsul se puso en contacto telefónico con el Cónsul quien al poco rato se comunicó telefónicamente con Miguel Ángel aceptando realizar el trámite diciéndole que sería trasladado en un automóvil de la embajada hasta el aeropuerto, acompañado por personal de la sede diplomática, donde abordaría un avión que lo conduciría a París. Poco después se comunicó otra persona, diciendo que lo hacía por instrucciones del embajador y que él lo llevaría personalmente al aeropuerto[65].

Al llegar el conductor en el automóvil, lo abordó Migue Ángel y salieron con rumbo al aeropuerto. Durante todo el trayecto éste estuvo amenazando al chofer con la pistola, pero al ver que llegaron y no se detuvo en el área internacional de aeropuerto le reclamó airadamente, pero el chofer, calmado, le dijo que iba a un hangar privado. Llegando a una zona alejada del aeropuerto a alta velocidad, el auto se detuvo bruscamente, dando tiempo para ser abordado por las cuatro puertas. El chofer saló hacia afuera del auto mientras Miguel disparaba su pistola, sin atinar a nadie en los disparos, cuando una gran cantidad de agentes de la DFS lo apresaba. Entonces supo que el supuesto chofer era en realidad el propio Miguel Nazar Haro[66].

La última noticia que se tiene de Hilario Juárez García, es que al salir de Monterrey pasó a casa de su hermano en Tula, Tamaulipas y de ahí salió con rumbo desconocido. No se ha vuelto a saber nada de él.

“Elías Orozco y Miguel Ángel Torres, fueron los únicos participantes en el intento de secuestro que estuvieron presos. Permanecieron en el penal del Topo Chico mientras se llevaba a cabo el proceso judicial 211/73, al que fueron sometidos también otros siete supuestos integrantes de la guerrilla.
“Ambos fueron los últimos en ser liberados, puesto que no fueron tratados como presos políticos sujetos a los beneficios de la Ley de Amnistía decretada por el presidente José López Portillo, sino como reos comunes”[67].

Elías Orozco, aunque su sentencia fue de 54 años, salió libre después de 11 años, un mes y dos días, según ha declarado varias veces. Desde que dejó la prisión se dedica al extensionismo rural, asesora y organiza a grupos de campesinos en Tamaulipas como secretario general a nivel estado de la Unión General de Obreros y campesinos de México. Fue diputado local por el Partido del Trabajo.

A Jesús Piedra Ibarra se considera desaparecido desde su captura el 18 de abril de 1975, aunque recientes investigaciones de quien esto escribe, han puesto un velo de duda, al día de hoy 17 de septiembre de 2023, aún no comprobado ni descartado.


[1] Declarado por Gustavo Hirales Morán en interrogatorio conducido por Director Federal de Seguridad (DFS), Cap. Luis de la Barreda Moreno, el 1° de septiembre de 1973, estando preso en el Penal del Topo Chico. Esto se ve corroborado por declaración a la prensa de Héctor Escamilla Lira publicada el 28 de abril de 1974, estando detenido y en presencia del Director de la Policía Judicial de Nuevo León, Carlos G. Solana Macías. Posteriormente un documento encontrado por Jorge Fernández Menéndez, fechado el 22 de febrero de 1972, publicado en su libro “Nadie Supo Nada” de 2006, siendo éste un informe enviado por un representante de la DFS en Monterrey, Ricardo Condell Gómez, y dirigido al C. Director Federal de Seguridad titulado “Asunto: estado de Nuevo León: planes de secuestro de Eugenio Garza Sada y Alejandro Garza Lagüera”.

[2] Ver en nota anterior la referencia al libro de Fernández Meléndez.

[3] Entrevista a Manuel Saldaña Quiñones hecha por Daniel de la fuente y publicada en El Norte el 17 de septiembre de 2006, Pag. 4, Sección Vida, Perfiles e Historias.

[4] Su participación en el asunto que nos ocupa en el presente escrito será tratado con posterioridad aquí mismo.

[5] AGN, DFS, Interrogatorio de Ignacio Arturo Salas Obregón, Exp. Alicia de los Ríos Merino. Versión Pública.

[6] Rangel Hernández, L. (2011). La Liga Comunista 23 de Septiembre 1973-1981. Historia de la organización y sus militantes (Tesis de doctorado). Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto de Investigaciones Históricas, Morelia, Michoacán. Pg. 244

[7] Declaración de Elías Orozco Salazar, el 10/oct/1973 a las16:00 hrs en Monterrey ante el Subdirector Federal de Seguridad Carlos Duran Lanz y el Director de la Policía Judicial del Estado Cap. CarlosG. Solana Macías.

[8] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises” el 16/dic/1974 a las 10:00 AM en CdMx ante Miguel Nazar Haro.

[9] Rangel, Op. Cit. Pié de pág. 777, Pg. 244

[10] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[11] Declaración de Elías Orozco Salazar

[12] Declaración de Elías Orozco Salazar

[13] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[14] Declaración de Elías Orozco Salazar

[15] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[16] Declaración de Elías Orozco Salazar

[17] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[18] Declaración de Elías Orozco Salazar

[19] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[20] Declaración de Elías Orozco Salazar

[21] El asesinato de un magnate. Publicado el 25 de septiembre de 2018, autor: Luciano Campos Garza. Disponible en https://www.horaceronl.com/local/el-asesinato-de-un-magnate/ consultado por última vez el 13/09/2023.

[22] Periódico El Norte, 18 de septiembre de 2013, El crimen que conmovió a México, Sección VIDA.

[23] Periódico El Porvenir, 18 de septiembre de 1973, Pag. 2 A

[24] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[25] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[26] Declaración de Elías Orozco Salazar

[27] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes, de fecha 25 de septiembre de 1973, de la DFS.

[28] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[29] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[30] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[31] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[32] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[33] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[34] Periódico El Porvenir, 18 de septiembre de 1973, Pag. 2 A

[35] Periódico El Norte, 18 de septiembre de 1973, Pág. 16 A

[36] Declaración de Elías Orozco Salazar

[37] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[38] Declaración de Elías Orozco Salazar

[39] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[40] Declaración de Elías Orozco Salazar

[41] Declaración de Elías Orozco Salazar

[42] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[43] El dato lo consigna el Periódico El Norte, 18 de septiembre de 1973, Pág. 16 A y Periódico El Porvenir, 18 de septiembre de 1973, Pag. 1 A

[44] Entrevista de este autor con dos exintegrantes de la LC23S que pidieron omitir su identidad.

[45] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[46] Los detalles son presentados en la recomendación 98VG/2023 de la CNDH

[47] Periódico El Porvenir, 22 de septiembre de 1973, Pag. 2 A

[48] Periódico El Porvenir, 27 de septiembre de 1973, Pag. 2 A

[49] Informe de investigación del atentado y homicidio del Ing. Eugenio Garza Sada y acompañantes

[50] Rangel Hernández, Op. Cit. Págs. 123 y 124

[51] Rangel Hernández, Op. Cit. Pág. 260

[52] Rangel Hernández, Op. Cit. Pág. 247

[53] Íbidem.

[54] Ïbidem.

[55] Ïbid. Pags. 247, 248 y 253.

[56] Periódico El Porvenir, 28 de noviembre de 1973, Pag. 2 A

[57] Rangel Hernández, Op. Cit. Pág. 168

[58] Periódico El Norte, 3 de Febrero de 1974, “Investigan nuevo y raro asesinato”.

[59] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[60] Periódico El Porvenir, 2 de abril de 1974, Pag. 2 A

[61] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[62] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[63] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[64] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[65] Declaración de Miguel Ángel Torres Enríquez (a) “Dr. Ulises”

[66] Rangel Hernández, Op. Cit. Pág. 253

[67] Periódico El Universal “El caso Garza Sada: el asesinato que marcó a Nuevo León” 17 de septiembre de 2019. Disponible en https://www.eluniversal.com.mx/estados/el-caso-garza-sada-el-asesinato-que-marco-nuevo-leon/ consultada por última vez el 15/09/2023.

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