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Las misteriosas luces de Colón

Los diversos casos y reportes de desapariciones de barcos, aviones, avistamientos prodigiosos, y otros más, que se recogen en las vecindades de los límites entre el Océano Atlántico y el Mar Caribe han generado varias leyendas y mitos, con mayor o menor grado de veracidad. Es a partir de 1974 que se popularizó el término “El Triángulo de las Bermudas” gracias el éxito de ventas del libro con ese nombre de Charles Berlitz, aunque en realidad éste era un refrito de “Horizontes invisibles: los verdaderos misterios del mar” de Vincent Gaddis, que incluía un capítulo llamado «El mortal triángulo de las Bermudas», y que fue copiado con todo y sus imprecisiones históricas mezcladas con otros casos, con exageraciones y flagrantes invenciones.

Sin embargo, la historia recoge datos verosímiles difíciles de explicar. Así, 450 años antes de que se acuñara el término “Objetos Voladores No identificados” (OVNI’s) o se acuñara el ahora famoso triángulo, el Diario de Viaje de Cristóbal Colón realizado en 1492 y que culminó con el descubrimiento por parte de los europeos de esta mitad del mundo que ahora llamamos América, recoge algunas notas que aún no hallan aclaración científica creíble y definitiva.

El sábado 15 de septiembre de ese 1492 el diario asienta: “Navegó aquel día con su noche veintisiete leguas su camino al Oeste y algunas más. Y en esta noche al principio de ella vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas [22 a 27 km]”. La explicación simple de un meteorito se cae fácilmente al no reportar ni el estruendo ni el oleaje que éste hubiera producido.

Dos días después, el lunes 17 de septiembre anota: “Navegó a su camino al Oeste, y andarían en día y noche cincuenta leguas y más [más de 275 km]. No asentó sino cuarenta y siete. Ayudábales la corriente. Vieron mucha hierba y muy a menudo, y era hierba de peñas, y venía la hierba de hacia Poniente. Juzgaban estar cerca de tierra. Tomaron los pilotos el Norte marcándolo, y hallaron que las agujas noroesteaban una gran cuarta, y temían los marineros y estaban [a]penados y no decían de qué. Conociólo el Almirante; mandó que tornasen a marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas. La causa fue porque la estrella que [a]parece hace movimiento, y no las agujas.” La referencia a ver en el mar “mucha hierba” nos dice que ya estaban en la zona del sargazo, pero el hecho de que las agujas de las brújulas marcaran el noroeste solo sería posible con una fuerte alteración del campo magnético, y la explicación de la estrella que “hace movimiento” como causante del desvío no puede ser señalado como un error al ser navegantes con amplia experiencia aquellos de los que se rodeó Colón para tal aventura. Algunos intentos de explicación con “tormentas solares magnéticas” no parecen ser suficientes, sobre todo si tomamos en cuenta múltiples reportes posteriores de anomalías en las brújulas de aviones que sobrevuelan la zona.

Por último, un día antes del mítico 12 de octubre, es decir el jueves 11, leemos en el diario: “el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pero Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y viola; díjole también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver. Después de que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra”. ¿Qué sería aquella “lumbre” “que era como una candelilla [vela pequeña] de cera que se alzaba y levantaba”? La maravilla del descubrimiento de tierra opaca esta referencia a luces que se mueven.

Estos registros históricos dejan claro el hecho de que el ahora llamado Triángulo de las Bermudas no es sólo un mito moderno o leyenda urbana, sino que desde antiguo los primeros exploradores que se aventuraron en el área han reportado eventos extraños. Aún hoy hay científicos que buscan explicaciones, encontrando maravillas naturales como gusanos fosforescentes o fuentes de metano que brotan desde el fondo del océano, pero que no logran aplacar en los humanos el asombro como el experimentado por  aquellos marineros y el mismo Almirante de la Mar Océana.

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