Tomar la decisión de partir a descubrir nuevos horizontes, no fue una tarea sencilla. Lo desconocido siempre es místico: sin embargo, es de valientes el cerrar ciclos para dirigirse a crear nuevos caminos de posibilidades para otros. Doblemente meritorio cuando se es mujer.
Una nación que hoy caza a los mejores talentos para seguir haciéndola fuerte, actualizada y sobre todo competitiva es lo que brilla en sus calles todos los días.
La tecnología es el pan diario; cambia a tan sólo un abrir y cerrar de ojos. Aplicaciones van y vienen para ser más eficiente la vida de las personas, empresas y en general su economía. ¿Tienes un problema? a tan sólo un click y con garantía en menos de 24 horas queda solucionado, ya que su mantra es la cultura del trabajo y disciplina.
Aquí todos y cada una de las personas se enorgullecen de sus raíces, promoviendo el talento nacional por sobre el malinchismo que predicamos en muchas naciones. No basta con traer una excelente educación y experiencia laboral del exterior. Aquí el que quiere ganarse el respecto, amor genuino, y un puesto de proyección, requiere forzosamente aprender su idioma y costumbres.
No abunda el vandalismo, crimen, pobreza, ya que los salarios son equitativos. La gente no tiene el estrés de no tener un plato de comida en la mesa. Los meseros se asombran cuando un extranjero les deja propina en la mesa, ya que ellos mismos dicen: Gano lo suficiente… no se preocupe. Es evidente como con toda y su dura disciplina, cada día me sorprende.
Aún te sigo descubriendo, sin embargo, como quisiera que mi México adoptara algunos conceptos tan básicos que va más allá de políticos en turno, modas dejar de lado eso que nos separa e unirnos como nación por el bien de nuestras futuras generaciones.
Generar oportunidades de cambio trascendentales, apostarle a la educación empezando por nuestra familia, colonia, etc.
Que nos una más el amor por salir adelante que un partido de fútbol, un concierto de corta duración, las historias superfluas de líderes inventados por la mercadotecnia.
China lo logró en 40 años … dejándose de cuentos… ¿Nosotros pa’ cuándo?
