Un día como hoy –en 1993 y 1999– dos priistas chetumaleños ganaron la elección por la gubernatura: Mario Villanueva Madrid y Joaquín Hendricks Díaz, quien fue el último de nuestra capital en el codiciado trono de la calle 22 de Enero.
Los episodios son dignos de revisión, porque fueron las etapas finales del reinado de la aplanadora y de la clase política de nuestra capital que se fue debilitando hasta apenas contar con signos vitales, agonía padecida en estos tiempos por los nietos de quienes se acostumbraron a ocupar todas las posiciones políticas locales y federales.
Hay que ver en estos días a los pobretones priistas sufriendo para no ser apaleados por Morena y por el Verde Ecologista, su reciente aliado. Y más sorprende verlos como temerosos compadritos del PAN, su rival histórico.
Desde que fue destapado como candidato con la bendición del Presidente Carlos Salinas, Mario Villanueva se concentró en el diseño de su plan de gobierno y en la selección de sus colaboradores, pero decidió arrasar y se llevó el “carro completo” en los siete municipios y el Congreso local, un día como hoy.
El sureño Carlos Cardín enfrentó al desafiante Eduardo “Pacho” Sánchez, postulado por la coalición Ciudadanía PAN-PRD para la presidencia municipal de Cancún, pero una repentina enfermedad se le atravesó al “Pacho” para remediar el insomnio del “Caballo” Cardín y dejarlo cabalgar solito en la pradera.
Con Mario Villanueva el chetumaleño dominó en las posiciones políticas y de la alta burocracia. En todas las posiciones encontramos a quintanarroenses, incluido el malquerido Joaquín González Castro, “El Quino”, quien como senador luchó de poder a poder con Mario Villanueva por la candidatura.
Haber nacido en Veracruz fue un filoso reproche utilizado por los “nativistas” para descalificarlo, pese a sus cualidades políticas ausentes en las nuevas generaciones. Poco después Mario Villanueva lo dejó al frente del Tribunal Superior de Justicia y entre ambos diseñaron la estrategia para defender la integridad territorial de Quintana Roo.
La violencia era una verruga que al ser descuidada fue avanzando hasta convertirse en tumor maligno que ha invadido casi todos los órganos, con una violencia rabiosa padecida desde Cancún hasta Chetumal y multimillonario presupuesto arrebatado al sector salud.
En 1999 ganó Joaquín Hendricks y él sí tuvo que aplicarse al máximo para derrotar a Don Gastón Alegre López, candidato del PRD. Era la primera llamada que anunciaba el derrumbe del PRI que ocurrió en cámara lenta.
Engolosinados con el poder que les llovía abundante, los priistas desperdiciaron su oportunidad histórica y su primer error significativo fue matrimoniarse con el Verde Ecologista, pero el tiro de gracia si los dio el joven gobernador cozumeleño Roberto Borge Angulo al apalear a Carlos Joaquín, verdugo del PRI en 2016.
El perdonavidas Morena debe repasar la trayectoria del PRI que mangoneó a la oposición, pero nuestras abuelas decían que “nadie escarmienta en cabeza ajena” y vaya que estaban en lo correcto.
