En la conferencia diaria del presidente del 16 de abril[1], la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, señaló que el homicidio doloso presenta una disminución del 21.4% en el periodo que va de 2018 a 2024, igualmente señaló que el promedio diario de víctimas de este delito es de 79 en lo que va del 2024, el más bajo en el sexenio, comparado con el año de 2018 el cual fue de 101.
Son datos que no deben despreciarse ya que la tendencia en los homicidios ha tenido una tendencia al alza estable desde 2012, con lo que algunos argumentan que se contiene la espiral de violencia homicida[2]. En la misma conferencia señalan una tendencia a la baja en otros delitos del fuero común como robo a transportista, robo a casa habitación y robo a transeúnte. Sin indagar en las temporalidades y la forma en que presenten los datos y asumiendo que son precisos ¿es posible decir que México es más seguro? No es una pregunta fácil de responder, pero a continuación daré unos elementos con los cuales realizo una evaluación personal.
Es importante comenzar por definir qué se entiende por seguridad, concepto que proviene del latín “securitas” que significa libre de peligro o ausencia de peligro, mientras que el término “público” refiere a que concierne a la sociedad y que es responsabilidad y obligación del Estado el brindarle condiciones de protección de la integridad personal, de sus bienes y de sus libertades. Aunque esta idea ha ido transformándose y hoy en día también se puede referir a “seguridad ciudadana” o “seguridad humana” incluso como una evolución de la seguridad pública, el quid del concepto sigue siendo la ausencia de peligros.
Para el caso de México, este concepto se materializa en el artículo 21° de la Constitución en el que se considera que “la seguridad pública es una función del Estado a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios, cuyos fines son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social, de conformidad con lo previsto en esta Constitución y las leyes en la materia”.
A partir de entender lo que conlleva esta obligación, en primera instancia se puede decir que no tenemos seguridad ya que, a pesar de que han disminuido los delitos, éstos prevalecen y, según métricas internacionales, México sigue siendo un país con alta incidencia delictiva (en particular de homicidios). Pero este argumento es insostenible ya que no hay lugar en el mundo que donde el delito esté ausente, por lo que sería una deshonestidad intelectual que la incidencia de un delito definiera por sí solo la seguridad de un país.
Si reconocemos que el delito es una condición permanente de las sociedades actuales, entonces no podemos hablar de la seguridad como un estado definitivo en donde se tiene o no se tiene seguridad, un 0 y un 1, si no de un proceso continuo de trabajo de las instituciones y colaboración con la sociedad para contener y eventualmente eliminar progresivamente los peligros para la sociedad.
Podemos decir que la disminución de los delitos ya mencionados se traduce en que el gobierno federal efectivamente está trabajando por eliminar estos peligros por lo que la seguridad ha crecido.
La disminución de delitos siempre será algo positivo y digno de reconocerse, sobre todo la disminución de los homicidios, pero tristemente el contexto de violencia del país es más complejo y difícilmente se puede aprehender únicamente desde los números. Una parte importante de la crisis de violencia del país se da por la existencia de grupos delincuenciales organizados, quienes se encuentran en permanente conflicto por el control de mercados criminales, ya sea entre grupos o de éstos con las fuerzas del Estado.
En México, la existencia de estos grupos está “ligado estructuralmente a la política y como negocio posible desde el poder político y supeditado a este”[3] y la secrecía que caracteriza estas relaciones hacen que sea difícil la evaluación de este fenómeno, a saber, si se ha avanzado en la eliminación de este peligro, pero la continuidad y permanencia de los grupos delincuenciales organizados en México invitan a pensar que es una situación que sigue presente con fuerza.
Estamos en un punto en el que la ausencia de delito no significa ausencia de delincuentes, por lo menos no de carácter organizado, sino que éstos ya han logrado monopolizar un mercado criminal y cuentan con menor resistencia a su dominio. En este escenario no podemos decir que la seguridad ha mejorado.
Desde hace años la primera preocupación de mexicanos y mexicanas es la seguridad, a las personas les preocupa si al salir de casa serán víctimas de un asalto, de secuestro o de homicidio y la espiral de violencia en la que estamos inmersos ha fortalecido la percepción de que ese riesgo es alto.[4]
En un momento de cambio de las autoridades y representantes populares, principalmente del gobierno federal, donde candidatas y candidato a la presidencia señalan aciertos y errores de la actual administración y cuáles son los resultados que pretenden entregar en caso de ser electas y electo, es importante que las y los electores contemos con las herramientas para hacer nuestras evaluaciones personales para poder decidir y ejercer nuestra voluntad mediante el voto, según sean nuestros intereses.
A mí, personalmente, no me parece que los problemas de fondo que han generado la crisis de seguridad del país estén siendo atendidos, así como no veo que ninguna de las candidatas y candidato planteen realmente una propuesta o alternativas para enfrentarlos, a decir, la relación entre estructura política y estructuras delictivas en México, por lo que soy pesimista en mis evaluaciones personales.
Invito a la gente a tener una visión más crítica sobre las propuestas y dichos de candidatas y candidatos a todos los puestos de representación popular, servidores y servidoras públicas y oposición, de ir más allá de los datos que muestran en sus gráficas y sus eslóganes, a que con evidencia y reflexión evaluemos los avances no solo en materia de seguridad, sino en cualquier problemática que aqueje a la sociedad mexicana. Solo así podremos exigir eficazmente soluciones.
[1] https://www.youtube.com/watch?v=uaAb4LFKFBs
[2] https://x.com/perezricart/status/1780292557261676827
[3] Luis Astorga, El siglo de las Drogas, (México: Grijalbo, 2012).
[4] Según la Encuesta de Seguridad Urbana (ENSU), en algunos lados como en la Ciudad de México, la percepción de seguridad ha aumentado significativamente.