Hoy no voy a hablar de lo increíble y estupenda que es “Cold Meat”.
Ni voy hablar de lo ingenioso y sorprendente de su guion.
Hoy voy hablar del ARTE y RESPONSABILIDAD de ser ACTOR.
De lo que siempre he dicho: No hay malos actores, hay directores malos, muy malos.
¿Será que hoy en día cualquiera puede ostentar ese “cargo” como tal?
Anoche sucumbí al filme “Cold Meat” y pensé que debería ser vista de rigor por aquellos que van por la vida diciendo que son ACTORES sin saber el verdadero significado de esta profesión.
En “Cold Meat” se muestra lo fascinante que es crear y dirigir un personaje.
Acepto que al empezar a ver “Cold Meat” me impresionó de entrada Allen Leech, un actor irlandés de cine, teatro y televisión.
Qué manera tan brutal de arropar un papel y de llevarlo a recorrer diferentes matices, pasando de lo dulce a lo perverso, de lo perverso a lo maquiavélico y de lo maquiavélico a la locura total.
Allen Leech no escatima en derrochar emociones cargadas de furias de actuación bien matizadas y mejor ejecutadas.
Me llamó la atención cómo el director explotó la vena actoral de Leech.
Ese es el trabajo de un director y ese es el quehacer de un actor, dejarse dirigir…
Veo a tantos y tantos actores siendo los mismos en toooodossssss los personajes.
No se exigen
No hay retos en nada.
Veo a tantos y tantos directores siendo complacientes con sus talentos y por ello ofrecen al final un producto malo y mediocre.
Anoche me quedé “helado” con “Cold Meat” por la manera en que un verdadero actor y un magnífico director pueden lograr en perfecta complicidad una película que de principio a fin es un festín de excelentes trabajos en equipo.
De rigor verla.