José Francisco Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, nuestro padre Mier es un personaje a quien tanto debemos, sin embargo, lo han envuelto en mitos y desinformación.
Nacido en Monterrey, Nuevo León, en la zona de plaza Morelos se inclinó por la carrera religiosa a los 17 años se traslada a la ciudad de México donde ingresa a la orden de los dominicos y adquiere, años después, notoriedad por sus dotes para la oratoria.
Hoy rememoramos su vida en el marco del 261 aniversario de su natalicio un 18 de octubre de 1763 y en el entorno de haber sido el último legislador de Nuevo León acreditado desde el Nuevo Reino de León.
Su vida azarosa comienza el 8 de noviembre de 1794 cuando emite un discurso por motivo de las honras fúnebres a Hernán Cortés. Carlos Stoetzer en su ensayo “El caballero andante de la insurgencia mexicana” escribe:
Su fama de predicador y orador fue tan grande que el 8 de noviembre de 1794 fue comisionado por el Ayuntamiento metropolitano para ofrecer un sermón panegírico en las honras fúnebres de Hernán Cortés, con motivo de Ia traslación de sus restos de Ia iglesia de San Francisco a Ia de Jesús Nazareno. Este sermón fue muy comentado y hasta el Virrey Revillagigedo (1789-1794 – Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla) Ie felicitó. En ese discurso elogió al conquistador.
Su vehemencia le consigue el sitio de orador en las celebraciones del 12 de diciembre del mismo año por el 271 aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac a Juan Diego. Sobre la intención que debería dar a su discurso, escribe Carlos Stoetzer:
Este segundo sermón formaba parte del programa del virrey habiendo dispuesto que fray Servando debía servirse de ellos para pronunciarse en contra de las doctrinas de Rousseau y de Ia revolución francesa y al mismo tiempo elogiar las doctrinas, muy en boga, del Derecho divino de los reyes —que Ia doctrina cristiana exigía Ia obediencia al rey.
Sin embargo, el regiomontano tomó un rumbo distinto al esperado, no rechazó el pensamiento liberal republicano y democrático en ciernes entre la élite de pensadores europeos, por el contrario, recuperó la idea de Lorenzo Boturini respecto a que Quetzalcóatl y el apóstol Santo Tomás eran la misma persona.
Ignacio Borunda, días antes a la presentación del discurso, en los primeros días de diciembre es quien le lleva documentos y argumenta sobre la hipótesis de Boturini. Fray Servando hace suya esta idea y el 12 de diciembre aparece intentando convencer a todos de que “Ia Virgen de Guadalupe no se había aparecido, [ni grabado] en Ia tosca tilma de Juan Diego, sino en Ia fina capa de Quetzalcóatl, quien no era otro sino el apóstol Santo Tomás, que vino… a predicar el evangelio de Cristo… antes de que llegaran a estas playas los españoles conquistadores y de que Colón sacara del mar océano el Nuevo Mundo” (Stoetzer).
El discurso lo llevó al exilio y prisión, la razón es porque al asumir que Santo Tomás predicó siglos antes, la conquista espiritual de los españoles y la iglesia ya no se justifica pues el cristianismo ya existía antes de 1492 cuando Colón llega a las islas del continente. Gracias al discurso de fray Servando se adquieren elementos históricos y jurídicos que contradicen el derecho español a la conquista y por tanto el de la monarquía para gobernar estos territorios.
El castigo se volvió su crecimiento, en Europa conoció de primera mano el pensamiento liberal republicano que da vida a las revoluciones francesa y española que le daría fuerza a su convicción nacionalista.
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