Mis lecturas bíblicas eran frecuentes de niño, pero ya adulto amplié un poco mis horizontes místicos y religiosos. De los textos oficiales pasé a los apócrifos, que no necesariamente son falsos, más bien un poco más complicado ajustarlos a la teología oficial de cualquier religión. En la propia Biblia debe haber fragmentos o libros completos bastante apócrifos. Ni el Apocalipsis abreva muy directamente en los profetas del Antiguo Testamento. Es bastante sui generis, aunque sí tiene precursores tan alucinantes en otros textos antiguos. Recordé esto cuando repasaba el capítulo VII del Testamento de Moisés, uno de los tantos apocalipsis apócrifos precristianos. Dice: “Entonces reinarán entre ellos hombres malsanos e impíos, aparentando ser justos. Estos excitarán la cólera del corazón divino, pues serán hombres falsos, contentos de sí mismos, hipócritas en todos sus asuntos y amantes de banquetes a cualquier hora del día, glotones insaciables. Dicen obrar así por justicia, pero son devoradores de los bienes de los pobres, que como cazadores reclaman; falaces, que se ocultan para no ser reconocidos; impíos, llenos de iniquidad desde la aurora hasta la puesta del sol…” Me alegra saber que los malsanos e impíos tienen al menos un horario de descanso entre el ocaso y la aurora para tan ardua labor. Debe ser agobiante ser impíos e inicuos durante las 24 horas de todos los días.
Me dio por releer algunos viejos apocalipsis apócrifos porque los días posteriores al 2 de junio han sido también apocalípticos en la generalidad de los medios de comunicación, especialmente en temas económicos y de seguridad. Si bien los autores de esta especie de milenarismo fatalista son más o menos visibles, creo que la cita anterior del Testamento de Moisés los describe bastante bien, con la ventaja (para ellos) que no hacen recesos en su infamia ni a la hora de dormir. No me imagino qué sueñan, pero en vista de sus actos ya en vigilia, me parece que no roncan, sino rugen. A estas alturas, enfermizo y agotado por la guerra pútrida de precampañas y campañas electorales, me fastidia mucho la revisión de titulares. Juan de Patmos no podría verbalizar tanto desastre de estos profetas de la destrucción del país. Para esta gente los resultados de las elecciones no tienen significado, no les aportan enseñanzas, no existen, no hay 35 millones y pico de electores que los rechazaron. Si bien ya han saturado todas las instancias con miles de impugnaciones específicas, ahora, luego de una decisión bastante tardía del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación contra don Andrés, la senadora Bertha X anuncia que impugnará ¡la elección presidencial! Aquí entre nos, esto me parece más una decisión muy al estilo de Marko Cortés, el peor corruptor del panismo.
No sé si esta impugnación tenga futuro, pero sí tiene significado. Bertha X y sus “asesores” deben suponer que de anular esa elección, tendrían la posibilidad de obligar a que se convoque otra. La resurrección de la marea rosa, ya prácticamente como partido, no es posible todavía porque ya sigue otra ruta; la unión de los partidos “cardiacos” tampoco, porque los resultados del 2 de junio ya han causado profundas rupturas y no falta mucho para que estalle un todavía mayor y despiadado revanchismo “fraterno”. En el supuesto de que se volvieran a convocar a elecciones, no veo ninguna razón para que los que votaron a favor de la candidata oficialista lo hagan ahora en contra. Hasta ahora no ha negado sus propuestas y se ha comportado como una estadista, no como sus opositores que siguen siendo gitanos y juglares desafinados de medios afines. Claudia S ha salido una y otra vez a informar, precisar, desmentir, corregir; a dialogar al interior y al exterior; no ha salido a especular sino a enfrentar las especulaciones. Por el contrario Bertha X ha seguido siendo contradictoria, como lo fue durante su campaña; ha expuesto a Max Cortázar, a Marko Cortés: uno para deslindarse de un error, ¿sólo uno?; a otro por un gritoneo público, que se oye como violencia política de género y que, siendo suspicaces, podría cambiar el sentido de las palabras de don Andrés, de presuntamente ofensivo a llanamente descriptivo.
No sé bajo qué criterios el TEPJF haya concluido que don Andrés ejerció violencia política de género contra Bertha X. Supongo que tendrán argumentos, siempre los tienen. Lo que me parece de verdad impresionante es que todavía no el Tribunal, pero sí Bertha X y sus asesores, consideren que un par de frases de Andrés Manuel López Obrador hayan sido suficientes para que, cuatro meses antes de las elecciones, se definiera como tatuaje el sentido del voto de 35 millones y pico de electores. La propia oposición está dando al presidente de México una dimensión por encima de un cargo ejecutivo para llevarlo a las alturas de los próceres patrios. Además, por la misma razón, están reconociendo que durante todos los meses de campaña, la oposición no sólo fue la más mediocre que hemos tenido en décadas, también demuestra lo que el sabio “Maistro” Hermenegildo Torres diría con algo de pudor lingüístico: “Se estuvieron haciendo tontejos”. Ahora “Tontejos apocalípticos”, pero no menos tontejos.
PD. No sé por qué, tal vez sea por el exceso de Ketorolaco/Tramadol, pero me asaltan calambres y paranoias. Estas últimas, más recurrentes. Imagino que las fuerzas de ultraderecha, nacionales e internacionales, o sea “libertarias”, están haciendo todo lo posible para destruir o al menos purgar casi estalinianamente a los partidos de oposición. Demostraron no ser partidos útiles, ni representativos de lo que dicen representar, y sí muy “gastones”. Es decir, les estorban para la introducción de un partido que los represente verdaderamente y en el que puedan invertir millones para recuperarlos con intereses. ¡Que empiece la Real Cacería de Pobres! Vid, supra: Testamento de Moisés, Capítulo VII.