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La gran apuesta

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Luego del doloroso parto, nos disponemos a entender y seguir la vida, no hay de otra. Como en el teatro, la función debe continuar. Las elecciones perdidas no son otra cosa que un paso más de los muchos que daremos y debemos hacerlo sin chistar; sólo tenemos derecho a quejarnos en el último aliento de esta vida profana. Así fue el doloroso despertar de ayer con la partida de Nelly Martínez, gran periodista de muchas batallas, que nos dijo hasta pronto. Incluso en la despedida, ejerció el periodismo con gran profesionalismo, desde sus años juveniles en El Porvenir. Que en paz descanses, gorda.

La gran duda que guardamos todos los que nos estamos reponiendo de la paliza que nos propinaron el “Gran Cocodrilo del Pantano” y su gavilla de facinerosos, es saber qué actitud tomará “Colita de Caballo”. Una cosa es la agradecida y sumisa candidata que llega a la campaña, y otra muy diferente es la reina de corazones rojos que asciende a la cima del poder. Platicaba con unos compañeros periodistas sobre la repetida escena cuando el saliente llama al día siguiente al nuevo titular por teléfono para cualquier vaguedad.

De inmediato, la respuesta no se hace esperar: “¿Dígame, señor presidente?” “No, la señora presidente es usted, Claudia. Le quería hacer un comentario, si a bien lo tiene escucharme, etc.” Días después, se repite la misma historia: el asistente le comenta a “Colita de Caballo” que le llama López. “Dígale que en unos minutos le regreso la llamada.” A la semana siguiente, va de nuevo; le llama el señor López Obrador. Con enfado y voz baja, hace la seña de que no está disponible y el asistente le dice que le llama en un rato, situación que NO se dará, y hasta ahí terminará por romperse el canal de comunicación.

Esa es una situación obvia que tarde o temprano tendrá que darse hasta que el dueño del pantano tabasqueño entienda que dejó de ser y que ya no existe cuenta que le deban. La señora presidente hará entender que hasta aquí mi amor se terminó, y si tú lo determinas, repartimos las gallinas… y lo que quedó, quedó.

Esa es una circunstancia que tendrá que darse, y los millones de mexicanos lo esperamos y añoramos. Para muestra un botón: la idea, orden, sugerencia que declaró López de que tendría una gira por todo el país junto a “Colita de Caballo” para agradecer al pueblo bueno y sabio el apoyo al trabuco de Morena. Hasta ahorita, la señora presidente no ha dicho si sí o no, y ahí es donde empieza el divorcio del que les hablaba.

¿Qué pasará por la atribulada cabecita de Clau? ¿Darle cuerda al “Cocodrilo” o buscará una despedida abrupta? ¿Decirle, cállate y siéntate, o seguirá diciéndole: lo que usted diga, señor presidente? ¿Seguirá la relatoría que les narré del: dígale que yo le regreso la llamada?

La historia recuerda muchos episodios similares, porque el que sale piensa que le deben todo, y el que llega está convencido de que lo logrado es producto de su inteligencia y talento. ¿Recuerdan a Natividad González Parás y su hijo putativo “Golden Boy”?

Estamos en medio del desierto y ya no podemos cambiar de camello, sólo queda encomendarnos a Dios y pedirle que dure poco y que no nos duela tanto.

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