Si eres de Nuevo León, como yo, lo que Donald Trump posteó en Truth, su red social, debe ponerte alerta.
Trump acaba de elegir a J.D. Vance como su candidato a vicepresidente; lo confirmo ayer en la convención republicana de Milwaukee, días después del atentado que sufrió en un mitin en Pensilvania que lo dejó sin media oreja derecha.
¿Y qué tiene que ver J. D. Vance, senador de Ohio, de 39 años, con nosotros los nuevoleoneses?
Simple: está decidido a cerrar definitivamente la frontera con México y odia a los mexicanos, sean o no ilegales en EUA.
Por años he seguido la trayectoria de J.D. Vance y tal como lo publiqué en otras columnas, es un Donald Trump con esteroides.
Sin embargo, J.D. Vance me cae bien y los nuevoleoneses podemos sacarle ventaja a su nominación. Sobre todo ahora que resulta casi inminente que gobernará al lado de Trump los próximos 4 años con expectativas de ser el sucesor del viejo desorejado.
Las políticas antimigrantes Trump-Vance son pretexto para aumentar aranceles y sabotear el T-MEC, a revisión en 2025.
Las tecnológicas de Silicon Valley en California, principales donantes de la campaña de Trump, comenzando con Elon Musk, están a punto de cerrar contratos en México. Lo harán cada vez menos en la medida en que se alejen de territorio norteamericano.
Esto favorece enormemente el nearshoring en Nuevo León. En el remoto caso de que Vance cumpla su amenaza de cerrar la frontera con México, dejará abierta una zona franca, libre de derechos arancelarios, que se llama Puente Colombia.
Si bien nuestro estado no es trampolín de migrantes haitianos y hondureños, sí debemos vacunarnos de las oleadas de migrantes promovidas (¡que nadie se engañe!) por el crimen organizado. Que los demás estados fronterizos del noreste resuelvan sus problemas.
Nuestro estado no puede ser paradero de tránsito que ponga en riesgo las inversiones gringas en este suelo. Mucho hemos hecho acabando con el desempleo regional, a grado tal que aquel regiomontano que no tenga trabajo es porque no quiere.
Nos falta mano de obra porque afortunadamente tenemos sobre oferta laboral y ese es un fenómeno que nos enorgullece.
J.D. Vance creció como figura pública por tres motivos. Primero porque es un disruptor enemigo de las élites del poder (ideal que comparto al 100). Segundo, porque es un “selfmade” nacido en la miseria y la drogadicción. Y finalmente porque proviene del Rust Belt destrozado por el desempleo y el fentanilo.
Sus motivos tiene para estar en contra de estos Jinetes del Apocalipsis, que pese a ser una declaración políticamente incorrecta, tiene entre sus víctimas a norteamericanos de todas las razas, incluyendo los blancos.
No es supremacismo, es sobrevivencia. Quizá el diagnóstico esté equivocado, pero las consecuencias están ahí y las relata acertadamente en su libro.
Ninguno de esos problemas que articulan la narrativa Trump-Vance los tenemos los nuevoleoneses.
Al margen de la política exterior que configure la próxima presidenta Claudia Sheinbaum con EUA, los nuevoleoneses somos muy buenos socios comerciales de los norteamericanos, en especial de los texanos.
Si algún chivo expiatorio buscarán Trump-Vance para alimentar el odio de sus seguidores, que volteen para otro lado, no para el Cerro de la Silla.
Lo que sigue es potenciar nuestra habilidad innata para seguir captando inversión extranjera, deportar migrantes ilegales en Nuevo León y defender (como hace J.D. Vance con sus paisanos) al propio pueblo nuevoleonés.
Nuestra pobreza, que ya no es extrema (como sucedía por culpa de la corrupción de varios sexenios locales) terminará en los próximos años. Se los garantizo.
No soy antimigrante. No soy de ultraderecha. Soy un regiomontano pragmático. Los nuevoleoneses van primero.
Si quieres conocer a fondo quién es J.D. Vance ve a mi Pódcast Eloy Garza Sin Censura, dónde te explico la personalidad y el contenido de su libro Hillbilly Elegy: A Memoir of a Family and Culture in Crisis, (2016).
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