Los tribunales todavía no resuelven. No hay ni siquiera indicios de por donde irá la resolución. Pero estos varones ya armaron su Club de los Machos Alfa para defender virilmente la nada.
Estos señores abren un club de testosterona para protestar contra una mera posibilidad.
Para rechazar una hipótesis. Para dar por hecho algo que todavía no sucede.
Aquí hay mitos y realidades. Voy por partes.
Un mito es que estos señores se juntan a tomar café para abanderar la democracia.
La realidad es que la mano que mece la cuna, es decir el PRI, nunca se ha caracterizado por ser democrático.
Un mito es que estos varones se solidarizan entre ellos (al menos como pose fotográfica), para fortalecer las instituciones en contra de una mujer.
La realidad es que se juntan para querer apabullar a una mujer que simplemente interpuso un recurso legal, avalado por la ley, evidenciando un mensaje misógino.
Un mito es que estos varones pensaron invitar a Mariana Rodríguez a su cónclave misógino.
La realidad es que nunca pensaron invitarla y la propia Mariana respondió que sí hubiese asistido de haber sido invitada; pero la invitación nunca se la mandaron.
Un mito es que estos señores del Club de los Machos Alfa están en contra de cambiar un resultado electoral por más anomalías que pudiera demostrarles una mujer.
La realidad es que en 2018 el PRI retomó la impugnación para arrebatarle el triunfo al entonces candidato del PAN Felipe de Jesús Cantú.
Un mito es que en la mesa de estos varones se quedó una silla vacía para una mujer. La realidad es que en esta mesa de hombres no hay espacio para una mujer, porque pretenden perpetuar los estereotipos de género.
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