Luego de las absurdas y risibles idioteces, primero del presidente López que nuestro sistema de salud es similar o mejor que el de Dinamarca y luego la de mentiroso-mentiroso que la educación en Nuevo León “está al tú por tú” con la de Finlandia, sigue la pandemia de estupideces cuando un periodista que creía yo más enterado y con mayor información, contagiado por ese padecimiento maléfico de abrir la boca sin conectar el cerebro, refiere que son magníficos los corredores verdes que se le ocurrieron a Luisín Donaldín Colosín o a su “genio” del gabinete encargado de las remodelaciones en las calles céntricas de nuestra metrópoli.
Este cuate Moisés López, al que le brindan el mismo espacio en el periódico grandote que por mucho tiempo fue escaparate de Federico Arreola y a posteriori Felipe Díaz Garza, creo haberlo conocido como asesor de Mario Guerrero en Metrorrey, escribe ayer, llenando de betún el auténtico bodrio a la jalada del ya casi ex alcalde de Monterrey donde reduciendo espacios ponen jardineras, mesas y bancas para el sano esparcimiento de los peatones en el centro de la ciudad.
Antes que nada, debo repetirles que en una ciudad –con hilaridad– donde solo existen dos estaciones, la de radio y la de calor, soportamos un termómetro de 45 grados a la sombra y en el breve invierno sufrimos con ocho bajo cero, es imposible utilizar la bicicleta, scooter, patines y demás artilugios de transporte que nos exija esfuerzo motriz.
Se habrán preguntado usted y el periodista ¿por qué en nuestra ciudad es inimaginable ver circular un auto convertible?
Diferente mercado es sin duda Guadalajara, CDMX, Cuernavaca, Morelia, Cancún o el mismo Acapulco. La temperatura lo permite y el descapotable es un lujo y diversión que para nosotros está proscrito.
Ahora que, si la intención es favorecer al compadre y amigo que tiene constructora como Samuel y sus cómplices de La Laguna, cambia el sentido de las cosas.
Recuerdo una ocasión que compartí el pan y la sal con Luis M. Farías siendo alcalde regio y “El Pato” Arturo Suárez Luna, decía Don Luis que no entendía porqué gastaban millones de pesos en pavimentar avenidas haciéndolas fluidas y expeditas y poco después se le ponían boyas, bordos y topes para disminuir la velocidad para hacerlas lentas. La respuesta está líneas arriba.
Los primeros experimentos que se le ocurrieron a Lombardo Guajardo como secretario de Obras en el sexenio de Natividad fue construir un carril “bicicletero” por la avenida Pedro Martínez, de Garza Sada conectando con el lecho del río. ¿Resultado? Jamás funcionó y dos atrevidos deportistas que lo utilizaron, fueron asaltados por forajidos de la Colonia Independencia quitándoles sus pertenecías y las ganas de volver a usar la vía especializada.
Me gustaría que le preguntaran al Lic. Maurilio Montemayor que tiene su despacho por la calle Modesto Arreola entre Platón y Diego el verdadero desmadre que han causado los urbanistas y genios creadores de ideas de vanguardia, como el tontito Fernando Gutiérrez Moreno, que se le ocurrió el “Pallá y Pacá” en Morones y Constitución, que ya está en el tintero de las desapariciones.
No quieran descubrir el agua hervida, ni el hilo negro, pónganse a barrer la ciudad y si desean mejorar las cosas, visiten Japón y ahí se hartan; pero es la cultura y educación de la gente además de su disciplina.
